Ámame maldito CEO
Capítulo 303

Capítulo 303: 

“Yo no tengo hermanos, menos sobrinos”, sentenció con rabia.

Orson la escuchó y sintió pesar por Jane.

Ella caminó al fondo de la casa, entonces pudo ver ese ataúd.

Ella se acercó despacio, no quería hacerlo, sintió que temblaba, Orson tomó su mano, él le dio el valor que le faltaba, se acercó y pudo verla.

Su abuela yacía ahí, tal como la recordaba.

Sus ojos se volvieron llorosos.

‘Perdóname, abuela, lamento que hayas tenido que criarme, no era tu responsabilidad, espero no haber sido un estorbo en tu vida, y te agradezco, sin ti, no sería lo que ahora soy, te amo, gracias, adiós’, pensó.

Jane limpió sus Iágrimas.

“¡Ingrata! ¿Ahora vienes a llorarle cuando no viniste en estos años?”, exclamó su Tía Sandy.

“No te metas, mujer, es mi problema, enfócate en ti, en tu vida, en tus culpas”.

“Ella no quería hacerlo, no fue justo”.

“A mí no me digas nada, ¿Por qué no se lo dices a ese hombre?”, dijo señalando a su padre.

“ÉI debió criarme, ¿Por qué no le reclamas a quien lo merece? Hubiese preferido estar en un orfanato, a que la vida de mi abuela se volviera miserable por mi presencia”.

La mujer dio un paso atrás.

No esperaba ese reclamo.

“Mi madre te amaba, Jane, solo que, fue difícil que eligieras quedarte en Genesee, ella esperaba que te quedarás aquí a cuidarla”.

“Ella aprendió a no esperar nada de nadie, como yo también lo aprendí, ahora me largo”.

Orson fue tras ella.

“¡Jane! No puedes ser tan grosera, e irte así, debemos hablar, debes saludar a tus hermanos”, reclamó.

Jane se detuvo.

“¡Yo no tengo hermanos! ¿Quiénes se creen que son ustedes dos? Me abandonaron porque sus malditas vidas no funcionaron juntas, se separaron, pero no fue justo que me hicieran a un lado, ¡Yo existía! Nunca les pedí nacer, hubiese preferido no nacer, con padres tan abominables como ustedes, y sus otros hijos pueden decir lo que sea, para mí, son unos padres horribles”.

Ellos la miraban impactados.

“Jane… hija…”

“No me digas así, Nora, mi abuela no merecía cargar conmigo, porque ustedes se olvidaron de mí, porque fui un estorbo en su vida, lo hizo y estoy agradecida, solo vine por ella, ahora me voy”.

“Jane, hija, yo nunca quise lastimarte”.

“¡Jane, vámonos!” dijo Orson, temeroso de que pudiera sentirse mal.

“¿Y él quien es?”, exclamó su padre.

“Ni siquiera lo presentaste”.

“ÉI es el padre de mi hijo, estoy embarazada, así es, él es mi familia, ahora”.

“¿Estás embarazada?”, preguntó impresionado.

“Hija, pero, no nos dijiste ni de la boda”, dijo su madre.

“Y no les diré, no son alguien para mí, está es la última vez que los veré, no quiero nada con ustedes, no me nace, así que, que sigan con su bella vida, adiós”.

Jane salió de ahí tan rápido como pudo, fue al auto.

Orson subió al auto, y condujo, alejándose de ese lugar.

La lluvia caía ligera por la carretera que estaba vacía, Jane sintió que no podía respirar.

“¡Detente! ¡Detente!”, exclamó.

Orson obedeció.

Ella abrió la puerta, creyó que tenía náuseas, pero Jane se alejó caminado con rapidez, Orson parqueó el auto a un lado, y bajó tras ella.

La alcanzó unos segundos después.

“¡Jane!”

“¡No puedo, Orson! De verdad, es un desastre”.

ÉI la miró con tristeza.

“Pero, es un hermoso desastre”.

Ella rio de sus palabras.

“¿Por qué quieres estar conmigo? No vale la pena, terminará mal, te aburrirás de mí, nos dejaremos, he visto como acaba”

La lluvia empapaba sus cuerpos, él negaba.

“No, no será así, lo juro”.

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