Ámame maldito CEO -
Capítulo 300
Capítulo 300:
Joe corrió hacia el jardín.
Sophie y Regina lo siguieron con desesperación.
Merybeth fue con Sean, quien entró en la alcoba.
ÉI se apuró a vestirse.
“Me adelantaré…”, dijo ella.
“Sí, ve-iré en un instante”
Sean se apuró vistiéndose a toda prisa.
ÉI sintió que su corazón latía rápido.
Tenía mucho miedo de que eso fuera real.
Merybeth corrió como si la persiguiera el mismo diablo, corrió tan rápido como pudo.
Joe estaba ahí, miró a su padre y se arrodilló ante él.
Comenzó a intentar despertarlo, pero sus esfuerzos eran inútiles.
Estaba muerto.
“¡Padre!”, gritó.
“No puedes irte, por favor, ¡Despierta! Papá, no me dejes, te lo suplico, debía morir primero yo, no tú, ¡Papá!”
Estaba triste.
Sophie lo miraba detenida y sollozando.
“¡Llamen a una ambulancia!”, gritó Joe.
Regina estaba a su lado y sus ojos lloraban, solo por ver el dolor de su hijo.
“No, hijo, no podemos llamar a una ambulancia, es inútil, está muerto”.
“¡No! ¡Padre, no me dejes! Te necesito, aún te necesito”.
Merybeth llegó y lo miró.
Ella también lloraba, le dolía tanto ver a Joe así, estaba destrozado por la muerte de su padre.
Se acercó a él y Joe fue obligado a alejarse de su cuerpo.
“¡No! ¿Por qué ahora? ¡Es una pesadilla!”
“Joe! Lo siento tanto.”
“Dime que esto es una pesadilla, Merybeth dime que voy a despertar, ¡No puede ser!”, dijo totalmente impactado.
Joe se abrazó a ella, sollozando como un recién nacido.
Ella lo abrazó, lamentaba tanto lo que pasaba.
Sophie se fue corriendo, alejándose de ellos.
Sean llegó, cuando miró el cuerpo de su padre se quedó perplejo, asustado, sus ojos se volvieron enormes, se llenaron de Iágrimas que contuvo, humedeció sus labios para evitar sollozar.
Ese hombre era su padre, quizás nunca lo quiso como un padre quiere a un hijo, pero él le dio la vida, ahora estaba muerto.
Sean se acercó a él, miró su rostro, miró su cuerpo.
Una Iágrima de tristeza corrió por su rostro, rebotando en el suelo.
‘Padre, ¡Oh, padre! Ahora te has ido, ahora nunca más escucharé tu voz, ni veré tu rostro, jamás’, pensó.
“¡Joe! ¿Qué tienes? ¡Cálmate por favor, estás temblando!”
Sean volvió a la realidad.
Se levanto y caminó hacia Joe, para comprobar las palabras de Merybeth, Joe tenía múltiples espasmos que parecían incontrolables.
“¡Joe, Cálmate!”, gritó.
“Llevémoslo a su habitación”, dijo Sean.
“¡Padre! Sean, nuestro padre…”
Sean lo tomó del brazo y lo llevó consigo.
Regina corrió con su hijo.
“¡Hijo!”
Sean se detuvo y la miró con firmeza.
“Encárgate del cuerpo de mi padre, llevaré a mi hermano a su habitación.
Regina asintió.
Sabía que debía deshacerse de ese problema, antes de que alguien descubriera que esa caída era falsa, y que, en realidad, el hombre murió por un golpe a manos de Mathew.
Joe se sentó en su cama.
Merybeth estaba a su lado, ella miraba como sus manos se movían sin control, también sus extremidades superiores.
Joe no estaba bien, él mismo luchaba, pero, esos espasmos eran incontrolables, tocó su pecho sentía sus latidos cardiacos muy rápidos.
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