Ámame maldito CEO
Capítulo 295

Capítulo 295: 

Orson estaba por irse, pero Jane sintió mucho miedo de sus palabras.

Sus ojos estaban cubiertos de Iágrimas.

Orson intentó salir y ella cerró la puerta impidiéndolo.

ÉI la miró confuso.

De pronto Jane se arrojó a sus brazos, colgándose de su cuello.

Ella besando sus labios con prisa, como si tuviese una urgencia.

¿Qué?

¿Por qué?

Orson no lo esperaba.

Sintió como si su cuerpo fuera atrapado por una llama ardiente, y no pudiera escapar, cuando cayó en cuenta, ya la besaba.

ÉI estaba tomando su cintura, sus lenguas danzaban en suaves caricias.

ÉI la hizo caminar hasta llegar a la habitación.

Estaban hipnotizados de un impulso incontrolable de pasión, estaban a oscuras, pero no necesitaban luz.

Ella comenzó a desabotonar su camisa.

Se quitó su propio vestido.

Ella se sentía tan tentada por él, que cayeron en la cama.

Los besos incrementaron.

Jane sintió que sus mejillas se cubrieron de rubor, el sudor perlaba su frente.

“¿Quieres que me detenga?”

Ella sintió que titubeó ante sus palabras.

“No”, respondió.

“No quero que te detengas, te necesito, tengo muchas ganas…”

Sus palabras fueron como un soplo de vida para el pobre enamorado.

Orson besó su cuello.

Sus manos palparon sus suaves pechos, comenzó a acariciarlos con su lengua, haciéndola g$mir, ninguno de los dos podía recordar aquella noche, pero está vez, era como revivirla en sus mentes otra vez.

Jane sintió tanta humedad entre sus piernas.

Nunca se sintió tan excitada como hoy.

Tampoco sintió tanta confianza por una pareja, como la que sentía por él.

Era especial.

Orson estaba desnudo ante ella.

Era mejor de lo que Jane esperó.

Piel contra piel, ella se levantó, y él se acercó.

“Te amo, Jane”, dijo él.

“No lo diré si te molesta, es lo que siento”.

Ella siseó, tocando con su dedo índice sus labios.

“Solo, hazme el amor, no me digas que me amas, demuéstramelo”.

Orson besó sus labios con ardor.

Besó cada centímetro de su piel, haciéndola enloquecer, escuchaba sus g$midos, y sus jadeos, ella se puso encima de él, como si tomara el control.

ÉI siguió acariciando sus pechos.

Estaba besando su cuello, sus labios.

Pronto fueron uno solo.

Ella marcó el ritmo a seguir.

Se sintió segura, se sintió deseada, amada.

La mirada de Orson le confirmaba que la adoraba.

Comenzó a moverse de arriaba abajo, primero lentamente, viendo como disfrutaba, luego lo hizo con tal rapidez.

Orson supo que era la mejor amante, era la mujer que quería para siempre.

Quería enamorarla.

Orson la ayudó, y la embistió con más rapidez.

Estaba moviendo su pelvis, haciéndola sentir tal placer.

Nunca sintió un org%smo como ese antes.

Quizás era que estaba embarazada, no lo supo, pero g!mió tan fuerte, sintiendo tanto goce, y él lo supo.

Ella cayó rendida entre sus brazos.

Fue así cómo ambos quedaron abrazados durante toda la noche.

ÉI quería sentirse feliz, pero tuvo miedo de que al despertar lo hermoso podría acabar, otra vez.

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