Ámame maldito CEO -
Capítulo 294
Capítulo 294:
Jane miró el trago.
“¡Jane! ¿Qué crees que haces? ¡No dejaré que bebas alcohol!”
Jane levantó la vista y vio a Orson.
Ella estaba deseando que la tierra se la tragara en ese preciso instante.
¡Quería desaparecer!
“¿Y, esté? ¿Quién es para decirte que hacer?”, exclamó Justin enojado.
“Soy el padre de su hijo, ¡Siéntate!”
Orson lo sentó de un solo empujón en su silla.
“¡Oye!”
“¡Justin, no hagas nada!”, ella gritó.
“¡Es uno de los mejores abogados del país!”, le advirtió.
Justin se quedó perplejo.
Estaba congelado.
Orson esbozó una sonrisa.
“Además de ser un hombre ignorante, que no sabe que a una mujer embarazada no se le da alcohol”, dijo en un tono serio.
“También eres un cobarde, elegiste una buena opción, de lo contrario, podría quitarte tu visa, y no volverías a este país ni en tus sueños más salvajes, ¿Por qué no dices a Jane la razón por la que te acercaste a ella?”
“No sé de lo que hablas, amigo”.
“Tu última mujer se negó a casarte para darte la ciudadanía, ahora pensabas que Jane estaría desesperada para aceptarlo, ¿Verdad?”
El hombre mordió sus labios con rabia.
“Lo investigaste? ¡Eres imposible, Orson!”
Jane tomó sus cosas y se fue.
Orson la siguió.
Ambos salieron del bar y ella fue a su auto.
“¡Jane!”
“¡Gracias por arruinar mi cita!”
“¿Qué? ¡Te he salvado! Y…”
“¡No quiero ser salvada; quiero que me dejes la vida en paz!”
Orson sintió tristeza por sus palabras.
Jane subió a su auto y se fue.
ÉI, por su parte, tomó un taxi y la siguió a su casa.
AI llegar a casa, Jane estaba por cerrar la puerta, pero para su sorpresa, él la empujó, entrando tras ella.
“¡Déjame en paz, Orson! ¡No eres mi dueño!”
Ella estaba desperada.
¡Solo no quería verlo!
No así.
“Nunca quise serlo”, suspiró.
“Solo quiero lo mejor para ti, y para mi bebé”, dijo cerrando la puerta tras él.
“Mírame a los ojos, y dime que ese vividor es lo mejor para ti”.
Jane lo miró, pero no pudo sostener su mirada.
“¡Quieres tenerme bajo tu control, y no lo permitiré!”, se quejó.
No quería que él controlara su vida.
Ella no era una marioneta.
“Podrás ser el padre de mi bebé, pero, no eres nada mío”.
Orson se acercó a ella.
No se podía creer las palabras que estaba escuchando.
¿Por qué?
“¡¿Por qué eres tan cruel?!”; exclamó con rabia y dolor.
“¿Sabes lo que siento? Lo poco que siento que valgo frente a ti, que nunca seré bueno para ti, ya lo sé, Jane, no soy tu tipo”, dijo con cierta tristeza.
“No soy el hombre perfecto que esperabas, y que no hay un solo día que no te arrepientas de haber sido mía, que darías incluso tu vida para que esto fuera solo un sueño, lo sé. Nunca más te pediré amor, aunque me duela, aunque tenga que morder mis labios para no hablar, de ahora en adelante, solo nuestro hijo nos unirá”.
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