Ámame maldito CEO -
Capítulo 29
Capítulo 29:
“Sí, ¡Me has-hecho llorar, Señor Antártida! ¡Señor Hyland, es usted muy cruel!”
Exclamó rompiendo en llanto.
Sean la miró impactado.
No lo podía creer, pero la observó.
Su llanto era genuino.
Era como si de verdad sufriera.
Sean había creído que no era para tanto, pero viéndola sufrir pensó que la había lastimado, se sintió culpable.
Sean alzó su mano y tocó su mejilla con suavidad.
Fue una caricia tierna.
Merybeth contuvo su llanto, se quedó perpleja al sentirlo.
Fue como si sus miradas chocaran y quedaran a merced de un hilo invisible que los atará.
Una lágrima cayó por el rostro de Merybeth y él la detuvo antes de que siguiera su camino.
“No llores más, por favor, lo siento, de verdad, admiro tu trabajo, aunque no lo creas, nadie podría tener tu ingenio y tu carisma para hablar en un video, ante millones de personas que te ven por la pantalla”.
Merybeth sonrió.
Estaba ruborizada.
Ella no lloraba por él.
Ella lloraba por Joe Carson.
De pronto, sin más, abrazó al cuerpo de Sean Hyland.
Él no lo esperaba.
Tuvo que ser firme para no caer con ella en sus brazos.
Ella se refugió en su pecho.
Lloraba como si no hubiera un mañana.
Solo buscaba un poco de calor.
Un poco de amor, entre su soledad.
‘Joe, me olvidarás, te olvidaré, nos quedará solo dolor, y caminos rotos, cenizas de amor’
Pensó.
De pronto Merybeth se sorprendió.
Abrió bien los ojos.
Sintió los brazos de Sean Hyland abrazándola.
Sus manos acariciando sus cabellos, y sintió que su corazón latía muy fuerte, que se estremecía ante su contacto.
Sean quería alejarse, pero se había conmovido ante ella.
‘Tiene ese efecto en mí, de causarme ternura, ¿Ternura? ¡Imposible! Yo no puedo sentir esa tontería’
Pensó, pero Sean Hyland no pudo alejarse de su cuerpo.
…
Cuando volvieron a la casa, Sean la miró con ojos firmes.
Merybeth cocinaba, pero podía sentir la mirada firme de ese hombre clavada sobre la espalda, de pronto se quemó y se quejó amarga.
Sean-se levantó como un resorte, y corrió a ayudarla.
Pronto trajo una pomada y se la untó en la mano.
Pronto el ardor pasó.
Ella sentía la fuerte mano de Sean sobre la suya.
Su mirada era tan delicada.
Casi como una suave caricia.
Cuando él miró su rostro estaban lo suficiente cerca para un beso.
Sean tragó saliva.
Sus ojos no evitaron mirar sus labios tentado ante ellos.
‘Estoy tentado?’
Pensó y esa sola idea le hizo sentir ansioso.
Merybeth sirvió la comida y se sentaron a degustar.
Estaban silenciosos.
Sean miró su mano.
Estaba recordando la sensación de haber tocado la piel de Merybeth.
“Entonces, esté fin de semana es la reunión con tu familia”.
Sean asintió
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