Ámame maldito CEO
Capítulo 277

Capítulo 277: 

Sean la miró asustado.

Nunca sintió tanto miedo, hasta que vio los ojos azules y las mejillas tan encendidas de esa diablilla, y supo que algo estaba verdaderamente mal.

Ella pensó lo peor.

Merybeth se acercó como una fiera, tomó el brazo de la mujer, los haló con fuerza, alejándola de su esposo.

Sean la detuvo enseguida.

“¡No! No estamos haciendo nada malo, ella derramó el jugo de naranja en mí, intentaba remediarlo”.

Merybeth se detuvo.

Observó a la mujer y a Sean, miró el cinturón de su esposo, fuera de que estaba sucio, parecía perfecto y en orden, luego miró a la mujer.

“Yo… lo siento…”

Maggie respiró asustada y salió, disculpándose.

“¡Merybeth! No hice nada, no debes pensar así de mí”.

Merybeth le miró con ojos pequeños bufaba de coraje, y de pronto le dio un pisotón que le hizo gritar.

“Pero, ¿Por qué me pisas?”

“¿Por qué? Porque me hiciste sentir celos”.

“Pero, no hice nada”.

“No importa, ha sido tu culpa, no dejes que otra mujer esté cerca, en lugar de alejarla de ti, halaré tus cabellos, todos tus cabellos de todo tu cuerpo, y te los quitaré uno por uno, luego te quitaré las alas de mosca y te mandaré a la basura, ¡¿Entendiste?!”

ÉI la miró atónito, y rio de ella

“Ah, ya sé porque pensaste mal, recordaste viejos tiempos en esta oficina, pero, ¿Tú no sabes que a mí solo me gusta tu boquita de niña mimada?”

Sean le dio un largo beso que le robó los pensamientos.

Luego ella lo detuvo.

Esto obviamente era una trampa.

¡Una trampa para que ella olvidará esa casi traición!

No le había traicionado, pero una casi traición era algo muy serio para ella.

“No me trates de consentir para que te perdone, no seas hipócrita”,

“¿Yo? Nunca, ven”.

Sean la atrajo a su silla, haciéndola sentar sobre su regazo.

Luego le dio un largo beso, llenó de pasión.

“¿Supiste algo de mi madre, Sean?”

ÉI negó.

“Aun no, pero pronto tendremos noticias, debes tener fe”.

Ella sonrió y recargo su cabeza en su pecho.

“¿Crees que ella se parezca a mí? No en lo loco, me refiero a físicamente, ¿Crees que me recuerde?”

Sean asintió.

Aunque no supo si era cierto, luego de tantos años en el psiquiátrico, temió que la Mary BelI que encontraran, pudiera no reconocer nunca a su propia hija.

Sean abrazó a Merybeth con más fuerza.

Mientras tanto en otro lugar…

Mary BelI terminó su sesión con Clarisse.

“Mary BelI puedes pasar por favor a la sala de espera”.

La mujer obedeció y Octave entró con Clarisse, mientras Mary estaba afuera, y la recepcionista no está por ningún lado, ella caminó por el lugar, hasta acercarse a la puerta, pudo escuchar lo que se hablaba del otro lado, pues la puerta estaba entre abierta, levemente.

“No funciona la terapia con ella, ¡Octave, eres demasiado terco! Ella necesita ayuda psiquiátrica, debes internarla, tengo el mejor lugar, es un hospital certificado y ético, no volverá a sufrir, ¿Por qué te niegas a dejarla en ese lugar?”

“¡Porque Mary BelI ha sufrido mucho, Clarisse! No quiero que sufra más, no soportará volver a estar recluida”.

“¿Es eso? ¿O la verdad es que no quieres alejarla de ti?”, exclamó furiosa.

“¡¿Qué dices?”

“¿Te has enamorado de ella?”, exclamó con los ojos bien abiertos.

Ambos escucharon el sonido fuerte de cristales cayendo, y corrieron a ver, notaron que un jarrón se cayó al suelo haciéndose añicos, pero Mary BelI no estaba ahí.

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