Ámame maldito CEO
Capítulo 273

Capítulo 273: 

“Arabella, espera, debemos hablar, ahora mismo”.

Arabella la miró con rabia.

“No hablaré contigo, ni, aunque me pagarás con oro”, sentenció la mujer.

“Bueno, pero si no lo haces, te echaré de esta casa como a un perro”, dijo Merybeth bastante divertida.

“¡Maldita!”, exclamó Sophie.

Arabella la miró con furia.

Sean estaba al lado de Merybeth, mirándola burlón.

“Hablemos”, dijo Arabella.

Merybeth sonrió, fueron hasta un salón.

Sean esperó afuera y por miedo a él, Sophie salió corriendo.

“¿Qué es lo que quieres?”

“A mí madre”.

“Nunca”.

“Sí me dices la verdad, te daré lo que siempre quisiste, la fortuna Hansen, pero a cambio, debes decirme dónde está mi madre, quién es, y limpiar mi nombre en prensa”

Arabella abrió ojos enormes.

“Pides mucho, no olvides que ahora tengo a los Carson, podría no necesitar el dinero que tienes”, explicó ella.

Merybeth se echó a reír.

“Arabella estás perdida. Los Carson no tienen dinero ahora, todo el dinero le pertenece a mi marido, en esta casa serás un estorbo, basta que lo pidamos, y los Carson te echarán como a un perro, ¿Quieres apostarlo?”

Arabella la miró con rabia.

La miro con un odio profundo.

“Está bien, Merybeth”, dijo furiosa.

Mordía cada palabra que salía de su boca, con dolor, porque le molestaba tener que darle la razón a Merybeth, la aborrecía como a su madre.

“Te diré dónde está tu madre, limpiaré tu nombre, pero primero debes entregarme la herencia Hansen”.

“No, señora, usted, ya nunca más pondrá las reglas del juego, ahora trabaja para mí, quieres el dinero, primero dime, ¿Dónde está mi madre? Cuando lo sepa y la tenga a mi lado, y cuando hayas limpiado mi nombre con tu maldita hija, entonces, te daré la herencia”.

“¡Merybeth Hansen!”, exclamó la mujer enfurecida y apretando sus puños con rabia.

¿En serio esa chica iba a tener control sobre ella?

¿Le iba a dar órdenes?

¿Trabajar para ella?

¡Qué horrible broma!

“¿Tenemos un acuerdo o no?”

“Está bien”.

“¿Dónde está mi madre?”

Arabella miró a la mujer.

Ella se sentó en el sofá y hundió la mirada.

Pensó al respecto.

Decir o no decir nada.

Merybeth ardía de rencor, y Arabella supo que no tardaría en iniciar una venganza cruel, la echaría a la calle.

Ahora dudaba que Regina fuera fuerte para enfrentarlo.

Afuera, Sean esperaba a su esposa, cuando varios empleados llegaron.

“Señor Hyland”

“Bienvenidos, Cyrus, encárgate de despedir al personal y dales su liquidación”.

“Sí, señor”.

“¿Qué es esto?”, exclamó Regina al verlos entrar.

“Significa que tus empleados son despedidos, mis nuevos empleados estarán aquí, para mí, no te servirán a ti, si quieres empleados, paga por los tuyos, tampoco quiero a Mathew aquí”.

“Hablaré con tu padre, no puedes echarlos”.

Joel venía por el pasillo y Regina lo detuvo.

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