Ámame maldito CEO
Capítulo 269

Capítulo 269: 

ÉI tardó en levantarse y Joe se apuró a ayudarlo.

“¡Eres un salvaje!”

“¡No vuelvas a tocar a mi mujer!”, amenazó.

“¡Nadie puede tocar a mi mujer! Quién se atreva, se quedará sin manos”, sentenció Sean enloquecido de furia.

“¿Cómo pudiste, Sean? ¿Todas tus palabras de ayer? Todas fueron una vil mentira, ¡Claro! Ahora lo entiendo todo, por eso estabas ahí, Merybeth, ¿Supiste que la encontré a medianoche, o te lo ocultó? Ella sigue viéndose conmigo a tus espaldas”.

Sean esbozó una gran sonrisa de mofa.

“Querido, lo vi todo, desde mi ventana, cuando te fuiste nos burlamos de ti, mientras hacíamos el amor”.

Joe palideció al instante.

Merybeth no esperaba que Sean dijera todo eso.

Ella hundió la mirada.

Eso fue suficiente para que Joe supiera que era verdad, que Sean no mentía.

Sus ojos se volvieron nublados.

“Claro, dijiste que estás con la única mujer indicada, ¿Indicada para qué? ¡Para tu maldita venganza! ¡¿Eso eres, Merybeth?! ¿Una mujer de venganza? No pensé que te convertirías en esto, por despecho”.

Merybeth alzó la mirada.

Luego lanzó una carcajada que provocó la duda en todos, incluso en Sean.

“¿En serio seguirás diciendo a todos que esto es por despecho? Joe, no eres tan importante, se trata de dinero, de poder, de mi esposo, al que lastimaron todos ustedes, y ahora, vamos a hacerlos pagar, pero no se trata de ti, Joe, aunque todos sabemos que el único traidor aquí eres tú”.

Joe la miró con ojos llenos de dolor y rabia.

“De todos los malditos hombres del mundo, ¿Por qué con él? Lo supiste siempre, ¿Verdad? Buscabas venganza”

Joe aplaudió, sonando irónico.

“Felicidades, si querías vengarte, si querías darme donde más me duele, si querías que te aborreciera, ¡Lo conseguiste!”

“¡Ay, qué dramático! No dormiré pensando en tu pobre corazón roto, no seas patético, mejor cállate”, sentenció Merybeth.

Sean sonrió burlón, mientras Joe lo miraba con odio.

ÉI dio la vuelta y se fue de ahí, alejándose de todos.

“¡B%stardo, desgraciado! ¿Estás feliz? No has ganado aún”.

Sean miró a Regina y su mirada se oscureció

“Aún no he ganado, por eso estoy aquí, para hacerte perder, te haré pagar, mujer debes estar temblando”.

Regina dio un paso atrás, le miró temerosa.

“Vamos; querida, vamos a nuestra habitación, no tiene caso estar en esta absurda fiesta, haremos una mejor, a nuestra altura”.

Merybeth tomó la mano de Sean y sonrió, se alejaron.

“¡Merybeth! Esto no va a quedarse así”.

Merybeth giró y miró a Sophie.

“Claro que no, Sophie, se pondrá peor, para ti”, dijo con mofa y siguió su camino.

Sophie pataleó el suelo y se echó a llorar, mientras Arabella intentaba calmarla para que no hiciera un desastre.

Joe caminaba por los jardines de la mansión.

Sentía que estaba ardiendo en llamas.

Su camino, incluso, era zigzagueante.

Se detuvo y sintió que temblaba.

Estaba agotado.

Miró al cielo y estaba oscurecido.

Las palabras de Sean retumbaron en su mente.

‘Ella es la única mujer perfecta para mí, está hecha a mi medida, dijiste que el destino habla, bueno, a mí también me habló, y me llevó a ella, lamento que mi felicidad sea tu desgracia’

“¿Cómo pude ser tan ciego?”, dijo él.

“Ellos planeaban mi desgracia, todo este tiempo, Merybeth me odió, sembré rencor en su corazón y ella lo cosechó, luego lo entregó a ese hombre, ahora ambos han venido por mí, ¿Si supiera la verdad sería diferente?”

Esto era duro para él.

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