Ámame maldito CEO
Capítulo 268

Capítulo 268: 

Merybeth sonrió.

Los guardias se acercaron a ella.

“¡No se atrevan! Soy dueña de esta casa, tan dueña como los Carson, nadie puede sacarme, o sufrirán las consecuencias”, aseveró con tranquilidad en su voz.

“¡¿Qué dices, maldita loca?!”

Regina tuvo un miedo en su interior, inexplicable.

“Merybeth, ¿Enloqueciste?”, exclamó Joe.

“Por favor, no me hagas esto, debes irte”.

“No estoy aquí por ti, Joe, estoy aquí, porque todos ustedes son tramposos y crueles, ahora, deben pagar por sus culpas, me debes algo Arabella Hansen, dije que te haría pagar, bueno, ahora estoy aquí, para demostrarte el valor de mis palabras”.

“¡Sáquenla!”, gritó Regina.

Los guardias intentaron tomarla.

“¡AIéjense de ella! No se atrevan a tocar a esa mujer”

La voz de Sean retumbó en cada rincón de ese salón.

Un silencio casi sepulcral invadió el lugar.

Todos miraron asombrados la bochornosa situación.

“¡¿Tú que haces aquí?!”, gritó Regina.

No se creía lo que estaba pasando.

“He venido a ocupar mi lugar, está mansión es mía, desde hoy he venido a habitarla con mi amada esposa”.

Regina le miró con furia, mirando a todos lados, buscando a esa mujer.

“Lo haces a propósito, supiste que sería la boda de mi hijo, ¡Quieres fastidiar!”, dijo molesta, ya que no se creía todo lo que estaba pasando.

Era un plan de ellos.

¡Un plan donde la querían dejar mal!

Sean se acercó a ellos.

“¡Obvio! ¿Acaso lo dudas? ¡Ay, Regina! Te falta un poco de cerebro”.

“¡Sean! Ya basta, por favor, respeta mi boda”.

“Yo te respeto, y te compadezco, Joe, sin embargo, está es mi casa, he venido a ocupar lo que me corresponde”.

“¡No entiendo nada! Este hombre que hace aquí, puede ser muy rico, pero, no puede irrumpir en una boda sin ser invitado”

Estaba molesta.

“¡¿Lo conoces, Arabella?”, exclamó Regina.

Sophie tuvo el peor de los presentimientos.

Merybeth sonrió al notarlo.

Ella haló el brazo de Joe.

“Joe, ¿ÉI es tu hermano?”, susurró a su oído.

Joe se limitó a asentir.

Sophie tuvo un terror.

Balbuceó un intento de palabras, pero él no la escuchó.

“Ahora, bailemos, disfrutemos de esta hermosa boda”, dijo Merybeth interrumpiendo.

Regina miró a la mujer con rabia.

“¡Cállate! Lárgate de aquí, malnacida”.

“¡Cállate, tú, Regina! No vuelvas a hablarle así a mi esposa, tenle respeto, o te juro que lamentarás tener lengua”.

Los ojos de Regina se abrieron enormes,

Arabella estaba boquiabierta.

Estaba incrédula.

Joel solo hundió la mirada.

Sophie casi lloraba, y Joe dio un traspié, mirándolos con profunda decepción.

“¡Eres una maldita traidora!”, exclamó Joe con la ira bullendo en sus ojos, movido por un impulso de pura violencia, intentó abalanzarse a ella, tomar su cuello con sus manos, fue como un reflejo escrito en él.

Sean se dio cuenta al instante, y detuvo su actuar, empujándolo tan fuerte, que cayó al suelo fuertemente.

ÉI lanzó un quejido de dolor, a pesar de que no era para tanto.

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