Ámame maldito CEO
Capítulo 265

Capítulo 265: 

Lynda abrió ojos enormes y sintió demasiada tristeza.

‘¡Todo es por interés siempre, no hay nadie que sea honesto en el mundo, ¿Y si no fuera una Hyland, que trato recibiría?’, pensó con tristeza, recordando a Gael.

Pronto, tuvo un plan en su mente.

Luego una chica se acercó a ella.

“Hola, busco a Edward Gran, seré su aprendiz”.

Lynda miró bien sus ojos, y la barrió de arriba abajo.

era una chica hermosa, sofisticada, distinta a ella, le señaló el camino.

Edward había colgado su llamada, arreglaba sus papeles, alzó la vista y la miró.

“¿Quién eres tú?”

“Yo soy Maggie Presley, seré su nueva asistente”.

“¿Eres una Hyland?”, exclamó-

Lynda estaba tras él.

Sabía que la chica lo negaría, interrumpió.

“¡Sí! Ella es Maggie Presley Hyland, es que le apena admitirlo, ¿Verdad? No le gusta el trato especial”.

Maggie la miró confusa, pero Lynda le guiñó el ojo.

Maggie pensó que debía hacerlo o perdería su trabajo.

“¡Bienvenida!”, dijo Edward.

Luego tomó su mano y la besó.

“¡Eres muy guapa, seguro aprenderás muy rápido!”, exclamó, reparó en la presencia de esa mujer al lado Lynda los miraba incómoda.

“¡¿Y tú quién eres?! ¿Qué haces aquí?,” dijo severo.

Ella titubeó.

“Yo… soy su secretaria”.

ÉI la miró con desaprobación.

“¿Y luego? No te quedes ahí parada, ¡Ve y tráenos café!, dijo altivo, chasqueando los dedos varias veces.

Ella asintió, dio la vuelta y se fue.

Luego se encontró con Orson y lo detuvo.

“Debo pedirte un gran favor, no digas a nadie que yo soy una Hyland”

“¿Qué? ¿Y por qué no? ¿A que juegas, hermana?”

“No quiero que sepan que somos parientes, solo obedece, ¿Lo harás?”

“¿A cambio de qué?”

“De que, te ayudaré a conquistar a Jane”

Orson sonrió.

Ella sabía hacer negocios.

Orson le tendió la mano en señal de trato.

Mientras tanto en otro lugar…

Merybeth vestía elegante como Sean le dijo.

Cuando llamó por la tarde, estaba insegura, con temor.

ÉI había llegado, tocó la puerta de la alcoba, y entró.

“¿Estás lista?”

“No lo sé, la verdad, no sé si estamos haciendo lo correcto”.

Sean la miró de arriba abajo.

Observó ese vestido blanco que se amoldaba con gracilidad a su figura, y sonrió.

“Sé lo que haremos, confía en mí”.

“¿Por qué lo haces, Sean? ¿Es por lo que pasó ayer con Joe?”

“No”, dijo él.

Aunque la verdad era que sí.

“Lo hago por justicia, tú lo dijiste bien, no dejaremos que ellos tengan paz. Los Carson arruinaron mi vida, ahora deben pagarlo, y las Hansen destruyeron la vida de tu madre, tendrán su propio escarmiento”.

Esas palabras motivaron a Merybeth.

Sean se apuró a vestir su esmoquin.

‘A esta hora, Joe y Sophie ya deben ser esposos’ pensó Merybeth con algo de melancolía, pero no había tiempos de lamentos.

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