Ámame maldito CEO -
Capítulo 262
Capítulo 262:
La risa de Merybeth rompió el silencio y se recostó sobre su pecho.
“Te amo, eso fue… ¡Fantástico!”
ÉI la miró y sonrió levemente.
“¿Qué quería Joe?”
La sonrisa se esfumó de Merybeth.
“Ah, ya sabes, bueno, te buscaba a ti, a Sean Carson, pero, creyó que ya no vivías aquí, no lo desmentí, y luego, empezó a decir tonterías”.
“¿Tonterías? ¿Qué tonterías?”
“Dijo que, aún me amaba y cosas absurdas, come que, me agradecía porque lo amé, y que quería que fuera feliz, sin él, no lo sé… ¡Tonterías!”
Sean se puso muy serio.
Aquellas palabras lograron confundirlo.
“¿Y qué le dijiste?”
“Qué ya no lo amaba, que te amo a ti, y soy muy. feliz, que no lo perdonaba, por malo, en realidad, nada importante, él es mi pasado, Sean, tú eres mi único presente”.
Sean sonrió.
“Lo sé”, dijo él.
“ÉI no es mi hermano, no lo considero como uno, no después de su traición, eso no significa que no lo sea, es duro pensar que, mi hermano te sigue amando”.
“OIvídalo, él no me ama, ¿Quién puede amar a quien lastima? Nadie”.
“Yo te he lastimado, Merybeth, y cuando lo hice, te amaba”.
“No te compares, tú nunca me has abandonado, siempre has estado a mi lado, amándome, incluso aunque te odié y me odiarás”.
ÉI sonrió.
“No soporto la idea de perderte en brazos de otro, si lo pienso, siento que pierdo la razón, que no soy yo, tengo miedo”.
Merybeth pudo palpar en su rostro su inseguridad.
¿Cómo podría no existir?
Ella recordó que él fue traicionado por una mujer que amó junto a su propio padre, ¿Quién podría soportarlo?
Ella se abrazó a él.
“Espera, no me perderás, Sean, nací para ser tuya, estoy destinada a ti, no me perderás, ni te desharás de mí, solo yendo a un río y ahogándome, y aun así, mi fantasma vendrá por ti”, explicó con una sonrisa.
ÉI siseó y la besó dulcemente.
“¿Por qué nunca estuviste con Joe? Quiero decir, fueron novios por mucho tiempo y…”
“¿Por qué no tuvimos se%o? No sé, solo, éramos diferentes, no era una relación así, ¿Sabes? Ahora lo pienso, y Joe era como un hermano, era como mi guía, me hacía sentir protegida, todo era estable, como en mil novecientos cincuenta y nueve”.
ÉI volvió a reír.
“¿Y conmigo no?”
Ella negó.
“Tú eres, tú, ¡Eres un volcán en erupción!”, dijo en broma.
“También una mosca, y me haces que quiera matarte, y luego te besó, eres todo, Sean, todo y más, eres tan fácil de amar”.
ÉI admiró sus ojos brillantes.
“Te amo”, dijo.
Luego se recostó en su pecho y se quedó dormida.
Sean observó a Merybeth dormir.
Sus pensamientos seguían siendo caóticos, no podía evitarlo.
Por alguna razón no encontraba la paz.
Incluso si ella lo era, algo quemaba en su interior.
Sean se levantó y se vistió.
Luego tomó su móvil y salió de la alcoba.
Marcó ese número, alejándose para que ella no escuchara.
“Hola”.
“¿Sean?”, preguntó impresionado.
Luego siguió con su discurso.
“Parece que me leíste el pensamiento, he estado buscándote, pero ya no vives en la casa de antes”, dijo él.
“¿Qué es lo que quieres de mí?”
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