Ámame maldito CEO
Capítulo 261

Capítulo 261: 

Sean la miraba severo, escudriñándola.

Quería buscar una pequeña duda en su rostro dulce, pero era imposible, todo lo que anhelaba en el mundo era ella.

De pronto, aflojó su agarre, hasta liberarla.

“Tú eres mía, Merybeth, ¿Lo entiendes? A mí no me gusta compartir lo que es mío con nadie, menos, si no estoy enterado”.

Merybeth le miró recelosa.

“Nunca te engañaría, sé lo que se siente ser traicionado”.

Sean la tomó de la cintura, pegándola a su cuerpo.

“¿Entonces? ¿Por qué estabas con él en medio de la noche?”

“Llegó de pronto, lo juro, yo salí a tomar aire, porque tuve pesadillas”.

“Miénteme mejor”.

“¡No estoy mintiendo!”, exclamó con desesperación.

Sean esbozó una sonrisa, que parecía cruel.

De pronto, estrechó su cintura y besó sus labios con pasión desenfrenada.

Su lengua acariciaba su boca.

Era un beso tan exigente, que ella perdía le aliento.

ÉI le quitó la bata y el vestido de dormir.

Ella era su visión favorita, no llevaba sostén.

Le quitó las bragas, dejándola totalmente desnuda para él, sintió que se puso tan duro, solo al verla.

Merybeth sintió su urgencia.

Sean la puso sobre la cama a cuatro patas.

Ella lanzó un suspiro.

Sintió que estaba mojada, solo de imaginar la situación.

ÉI se deshizo de sus ropas, lanzándolas al suelo.

Luego la tomó de las caderas.

Estaba tan excitado, su gran er%cción palpó en su trasero, y ella sintió un suave masaje en su trasero.

Luego sintió aquella nalgada, que la hizo reír.

“Eso es para que aprendas a no salir en la medianoche!”

Ella volvió a reír.

“Ah, ¿Con qué te burlas?”

Ella quiso negarlo, pero no tuvo tiempo.

Sintió su mano acariciando su cI!toris, masajeándolo.

Ella gozaba, g$mía, chillaba suplicando por más, y él la p$netró tan rápido, embistiéndola con fuerzas e intensidad.

Sus manos estaban en sus pechos acariciándolos con avidez, en suaves pellizcos, en círculos, mientas besaba su espalda, y seguía moviéndose de esa forma que la enloquecía.

Sintió como temblaba, ella se estremecía al sentirlo, él detuvo el acto, y la empujó de espaldas a la cama.

Ella notó su respiración entrecortada.

Su mirada lujuriosa brillando entre la oscuridad, observó su magnífico cuerpo, sus manos acariciaron su pecho.

ÉI besó sus labios, los abandonó para chupar sus pezones, mordisqueándolos con suavidad, provocando que ella gritara de placer.

Sean comenzó a embestirla de una forma frenética.

Era tan fuerte, tan rápido, él no tenía Iímite.

Ella escuchaba sus pelvis chocando, su humedad haciendo esos sonidos que la enloquecían de placer. –

“Ah, ¡Te amo tanto, Sean!”

Entraba y salía de ella casi con furia, y desesperación.

Ella temblaba, sintiendo que no podría resistirlo, suplicando, era un placer, una tortura, que vibraba en sus sentidos.

“¡Solo eres mía, Merybeth!”

“¡Qué rico!”, exclamó ella, en un gritó que resonó por toda la habitación.

Sean incrementó sus embestidas, y escuchó su g$mido.

Sintió como se corría.

Un segundo después él también eyaculó dentro de ella.

Estaban tan exhaustos, recostados sorbe la cama, mirando el techo.

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