Ámame maldito CEO
Capítulo 240

Capítulo 240: 

“No. Puedo bajar a comer por mí misma”.

Orson volvió a asentir.

Se veía molesto.

“Bien, entonces el desayuno ya está listo, nos vemos”.

“¿Tú no desayunarás?”

Orson la miró.

Ella tenía la mirada hundida en el suelo.

“No tengo hambre, nos vemos”.

ÉI salió deprisa y ella lamentó haber sido tan dura.

¿Por qué actuaba así?

Simplemente, no lo entendía.

Mientras tanto en otro lugar…

Sean manejaba a la Casa de los Hansen.

ÉI iba junto a Merybeth y parqueó justo enfrente de la residencia.

“¿Estás segura de querer entrar sola?”

De pronto, agarró su mano.

“Merybeth, no quiero que hagas esto, tengo miedo”.

“¿Tú tienes miedo, Sean? Llegue a creer que mi Super Sean no teme a nada” , dijo burlona.

ÉI sonrió.

“Mi amor, solo tengo miedo a perderte”.

Ella se acercó y besó sus labios con amor.

“Te amo, Sean. Déjame ir sola, tú estás aquí, si en quince minutos no salgo, puedes ir por mí, además tus hombres irán conmigo”.

Sean asintió, mirando por el espejo retrovisor a esos hombres que lo seguían.

“¿Qué harás?”

“Buscaré la verdad, y si me la niega, entonces, está bien, podré soportarlo, pero las hundiré de cualquier manera”

Merybeth alzó la vista.

“Mira, Joe Carson y su familia están ahí dentro, quiero enfrentarlos, pero, tú, no, no ahora, ellos no saben que tú eres el mismo Sean de sus pesadillas, ¿Supongo que esto es parte de tu plan? Tú eres muy astuto”.

Sean asintió.

“¿Crees que después de que me enteré de que fuiste la novia de Joe Carson, iba a usarlo en su contra? ¿Crees que iría contigo a la Mansión Carson para burlarme de todos ellos y darles en la cara con mi revancha? ¿Acaso crees que soy tan inteligente y cruel?”

Merybeth sonrió.

“Sí que lo creo, si no, no serías mi Señor Antártida de Chernóbil, no arruinemos tus planes, cariño, ya has arruinado los míos, así que, conservemos el secreto, pronto, estaremos ante ellos, pronto, nos burlaremos juntos de todos ellos; lamentarán nuestras Iágrimas y pagarán recogiéndolas todas para llorarlas ellos mismos”.

Sean tomó su mano.

“No quiere que te vuelvas cruel como ellos”.

Ella sonrió.

“Nada de crueldad, nada de amarguras, Sean, yo no tengo la culpa de que mi novio sea el mismo Señor Karma”, dijo sonriente.

Luego acunó su rostro y besó sus labios con pasión y ardor.

Merybeth bajó del auto y caminó hasta aquella casa.

Ella vestía de negro, la empleada la vio impactada de su presencia.

“Señora…”

Ella siseó y se adentró, caminó hasta el gran salón y por fin los vio.

“Hola a todos”.

Arabella se levantó de inmediato, la miró con odio, sorprendida de verla ahí

“¡¿Qué haces tú aquí, maldita loca?! ¡Ayer intentaste matarme y ahora vienes aquí con tal cinismo!”

Ella rio en su rostro.

“¿Eso te inventaste? Pobre, que Iástima das”.

“¡Merybeth, no tienes respeto por la memoria de tu padre!”, exclamó Joe con bastante rabia que se podía ver en su rostro.

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