Ámame maldito CEO -
Capítulo 239
Capítulo 239:
“Quiero hacerlo hoy mismo, sé que ella quiere la herencia, estoy dispuesto a dárselo”.
Sean la miró, impactado.
“Pero, ¡Merybeth! ¡Es tu patrimonio!”
“No me importa, Sean, pude salir adelante sola, mis estudios, mi trabajo, lo he logrado sola, no necesito nada de esas mujeres, lo único que quiero es a mi madre, si ella me dice dónde encontrarla viva y sana, podría darle la mitad de mi alma, si ella me lo pidiera”.
Sean tuvo miedo de sus palabras.
Luego la abrazó y besó su frente.
“Espera, cariño”, le dijo.
“No seas impulsiva, pensemos, mis investigadores lo harán todo para buscarla”
“Sean, siempre me contuve con Arabella, siempre intenté creer que ella tenía algo bueno; solo porque creí que era mi madre, por eso iba, y hacía lo que ella dijera, por eso me detenía ante sus ofensas, y bajaba la cabeza como una mártir, porque a pesar de todo lo que ella me hacía, era la mujer que me había dado la vida, pero ella no es nada mío, ahora ya no me importa quién sea, no me detendré, ni por ella, ni por Sophie”, sentenció con los ojos oscuros.
…
Mientras tanto en otro lugar…
Orson esperaba afuera de la habitación, la ginecóloga estaba adentro, y revisaba a Jane, pronto abrió la puerta y lo dejó pasar.
“Jane está perfectamente bien, hice unos análisis y todo parece estupendo, así que no tiene porque seguir en reposo, al menos, claro, que tenga algún sangrado o dolor, solo en ese caso debe ir a consultar de inmediato, pero por lo demás, yo encuentro que está saludable, si ella considera que trabajar le hará bien, déjela hacerlo, pero, todo con medida, Jane, cuida mucho de tu salud y la de tu bebé”.
“Lo prometo, tomaré mis medicinas y cuidaré mi dieta muy bien”.
La ginecóloga se fue y Orson se sintió melancólico.
“¿Te irás de aquí?”
Jane bajó la mirada.
“No tengo nada que hacer aquí”.
“Por favor, no, Jane, yo quiero… por favor quédate”, dijo con súplica.
Ella sintió que estaba nerviosa.
No sabía que debía contestar.
“No, Orson, no es correcto, tendremos un hijo, será una responsabilidad compartida, pero eso no significa que seamos pareja, ¿Entiendes?”
Orson la miró fijamente.
Sus ojos cambiaron a unos oscurecidos, casi rabiosos.
“Lo entiendo, perfectamente, Jane, no tienes que ser tan expIícita, ¿Crees qué no me duele saber que mi hijo crecerá sin una familia normal?”
Jane bajó la mirada.
“Eso ya lo sabías, yo también, pero…”
“¿Por qué, Jane? ¿No te duele nuestro hijo?”
Hizo una pausa.
“Podríamos intentar”, dijo él tomando su mano entre la suya.
Ella se liberó con rapidez.
Simplemente… no podía.
¿Pero por qué?
¿Qué era lo que la detenía?
¿Era el miedo?
¿Qué era?
“No”.
“¿A qué le tienes tanto miedo? ¿Eh?”
“¡Yo no temo a nada! Pero…”
Jane se sintió sin argumentos.
Ni ella misma sabía porque se resistía a Orson, después de todo él era un hombre que le gustaba, tanto que la asustaba.
“¡Tú no me gustas como hombre!”, exclamó.
Orson dio un paso atrás.
Ella pudo ver que lo había lastimado profundamente.
ÉI asintió.
“Bien, entendido, no le rogaré a mujer por estar conmigo, aunque te parezca un tipo feo o que no estoy entre tus galanes favoritos, hay mujeres que sí se interesan en mí”, aseveró.
“Debo ir a trabajar, te subiré el desayuno en un momento”.
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