Ámame maldito CEO
Capítulo 235

Capítulo 235: 

Merybeth corrió por el lugar, y una enfermera la encontró.

“¡Quiero ir al baño! ¿O acaso debo orinar en el suelo?”, exclamó.

La enfermera le señaló al fondo y fue con ella, pero la enfermera vio correr a otro enfermo y fue tras él.

Merybeth entró al baño y ubicó los detectores de humo, observó a una mujer, era también una interna que estaba ahí, sentada, parecía en estado catatónico, ella la ignoró.

Subió hasta el lavamanos, y entonces tomó el encendedor, por fin pudo poner la llama de fuego contra ese detector, esperó un instante.

“¡Vamos, por favor, por favor!”, exclamó suplicando y se activó la alarma, resonó con fuerza.

Merybeth bajó de un salto y la persona sentada comenzó a gritar enloquecida, saliendo de su trance, al sentir el agua fría sobre su rostro.

Salieron de ahí y afuera era un caos.

Todos corriendo, de un lado a otro.

Todos intentaban escapar, los enfermeros asustados, intentaban escapar junto con los pacientes, salieron por las puertas principales.

Merybeth miró a todos, y miró la salida, dio la vuelta e intentó huir, pero fue detenida por una enfermera.

“¿A dónde crees que vas?”

“¡Auxilio”, gritó con fuerza.

Los pacientes enloquecieron y fueron contra la mujer.

Luego comenzaron a golpear a los enfermeros.

Merybeth se lanzó a correr.

No iba a esperar más.

Necesitaba escapar de ese maldito lugar.

Octave y Tom se separaron y escucharon las alarmas.

Ambos salieron tan rápido como pudieron.

Octave tenía el corazón en la mano.

Solo pensando en ella, caminó al jardín y la vio aun peleando con la enfermera, se acercó y la calmó.

“¡Mary BelI! No pelees, ven aquí”.

Ella lo obedeció.

“Ella me quería envenenar”, dijo entregando un frasco en las manos del hombre, cuando él lo miró y supo de qué se trataba, palideció al instante, sintiendo un miedo en su interior, sabía que esa sustancia en cierta cantidad, y por un lapso de tiempo, podía ocasionar alucinaciones.

La enfermera quiso intervenir, pero Octave la tomó con fuerza del cuello.

“¡¿Qué es lo que has hecho, mujer?! ¿Desde cuándo haces esto?”

Mary BelI dio un paso atrás.

Tuvo mucho miedo de Octave, al verlo tan furioso.

“Ellos me piden que lo haga, doctor, no es mi culpa, si no lo hago me corren”.

Octave la soltó, pero sintió odio por ella.

Luego tomó a Mary BelI de la mano y la llevó consigo.

“¡Vamos; Mary, debemos salir de aquí!”

Ella lo obedeció y salieron a toda prisa, hasta llegar al auto de Octave en el estacionamiento.

“¿A dónde vamos? ¡Mi bebé tendrá frío y hambre!”

“No, yo te llevaré a un lugar donde ella no tendrá ni frío, ni hambre”.

Mary le miró aturdida.

Estaba confundida, pero, Octave era lo único que conocía familiar, confiaba en él, subió al auto y él arrancó a toda prisa.

Estaban alejándose del lugar, cuando ella miró a esa chica.

“¡Mira! Es la chica con la que bebería una taza de té”.

Octave miró, era Merybeth corriendo, dispuesta a escapar.

“¡Ojalá que logre huir!”, exclamó.

Merybeth no dejaba de correr, intentaba escapar de todo, corrió tan rápido como pudo, y cuando miró atrás de reojo, y vio a esos hombres que la perseguían sintió mucho miedo.

Sean manejaba tan rápido, solo quería llegar, abrió la guantera, para verificar que, si tuviera la pistola con él, la tomó.

Merybeth miró ese auto e intentó detenerlo, ni siquiera reconoció que era el de su esposo, pero gritó cuando él no se detuvo.

ÉI alzó la vista y apenas pudo frenar.

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