Ámame maldito CEO
Capítulo 230

Capítulo 230: 

“Es una orden de cateo”.

El hombre se puso pálido.

AI mirar, supo que era una orden real, y tuvo que dejarlos pasar.

“¿Asustado? Te dije que lo ibas a pagar caro, ahora cerraré esté lugar, y tú irás a prisión por el resto de tus días, te lo juro”, dijo Sean con rabia.

“¡¿Quién eres?!”, exclamó el hombre atónito.

“Soy la peor de tus pesadillas, pero, si mi esposa no aparece ya mismo, entonces, también me convertiré en tu asesino”

Sean tenía las manos en un puño de rabia y el hombre comenzó a temblar asustado.

Sean salió de ahí y miró a lo lejos.

Merybeth no aparecía, él ya no podía respirar.

Sintió que podía enloquecer de miedo al no saber en dónde estaba, ni qué le pasaba.

‘¡Merybeth! Por favor, mi daiblita, resiste, ¡Te encontraré! Yo te cuidaré, juro que todos los que te lastimen lo pagarán con su propia vida’ pensó con rabia.

Orson llegó y supo que todo estaba mal.

“Ya estamos investigando, no te angusties, por favor, la encontraremos sana y salva, además ella es valiente”.

“Esas malditas mujeres le han hecho tanto daño, la quisieron quemar el rostro, luego la secuestraron y la golpearon, ¿Y ahora? Mira lo que ha hecho su maldita ambición, y yo sé lo que puede hacer un humano por tener dinero, esa mujer, esa maldita Arabella, no descansará hasta lastimar a mi esposa, te juro que, si le hizo daño, será lo último que haga en vida”.

“Tranquilo, no olvides que es la madre de Merybeth”.

“Ojalá fuera huérfana, nada es peor que una madre tan mala como esa, ella y Regina, son dos demonios que debo devolver al mismo infierno”, sentenció.

Luego miró el anillo que había comprado para ella, en una pequeña caja celeste, era un diamante en forma de rosa.

Sintió que tenía un nudo que apresaba su corazón.

¿Dónde estaba Merybeth Hansen?

Merybeth fue bajada a la fuerza de ese coche, mientras gritaba enfurecida, desesperada.

“¡Déjenme en paz! No estoy loca”.

Los enfermeros de ese lugar la tomaron y ella no pudo escapar, aunque gritaba por ser libre, pero fue inútil.

Cuando intentaron volver a inyectarla tuvo que suplicar.

“¡Por favor, no! Está bien, ya no haré nada, lo juro”.

Ella fue llevada hasta una habitación blanca, y lanzada adentro.

Era un cuarto como los de las películas.

Merybeth rio nerviosa al verlo.

Era acolchonado, sin ventanas y… sin nada.

‘Sean Hyland, dijiste que estaba loca por completo, y mira ahora, me tienen en un cuarto de locos, si me vieras ahora, ¿Te burlarías de mí? ¿O tal vez estás preocupado por mí? Entonces, ¿Por qué no has venido por mí? Las risas se acabaron’, pensó.

Las Iágrimas corrieron por su rostro

Se sentó sobre el suelo, ya no llevaba su ropa, sino un pijama médico, sintió que, si estaba más tiempo ahí, se volvería loca de verdad.

“¿Quién es la paciente que llevaron al cuarto blanco?”, exclamó un hombre.

“Doctor TerrelI, es una paciente que su hermano ordenó recibir de otro hospital en Genesee”.

“¿De Genesee?”

El doctor parecía confuso, y caminó de prisa, hasta llegar a la oficina de su hermano Tom.

“¿Por qué no tocas antes de entrar?”

“¿Por qué has traído a una nueva paciente? Ni siquiera la evaluaron y la enviaron al cuarto de blanco, ¿Qué crees que haces?”, exclamó severo.

“¿Qué creo que hago? No te metas, soy quien dirige el negocio de la familia”.

“Estoy harto de ti”

“Lárgate, entonces, ¿Qué te mantiene aquí?”

“Ah, sí, claro, esa mujer, dime algo, Octave, no es demasiado para tu propia sensibilidad y tu ética profesional estar enamorado de una paciente, por estos últimos cinco años”.

Octave puso sus manos sobre su cuello con violencia, pero luego lo soltó.

“¡Cállate!”

“¿Tanto te hiere, hermano? Solo amas a una loca, Mary no tiene remedio, sueñas con que llegará un milagro que nunca pasará, está loca de atar, siempre lo estará”.

“Di lo que quieras, pero deja de actuar como si esté hospital fuera un lugar horrible, honra a nuestro padre”, sentenció Octave y salió de ahí.

El hombre rodó sus ojos, como si no le importara.

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