Ámame maldito CEO -
Capítulo 228
Capítulo 228:
Arabella la contuvo y de pronto, le encestó tal bofetada.
Sophie bajó la escalera mirando tal situación, pero se quedó sostenida, ante el miedo de todo lo descubierto.
“¡Tú mataste a Félix! Rata de porquería”
Merybeth le lanzó tal bofetada a Arabella que la mujer fue a dar al suelo.
“Mi esposo viene en camino, él acabará contigo, y tendrás que decir dónde está mi madre, por las buenas, o por las malas, de lo contrario, te torturaré, hasta que lo digas, ¿Entendiste? Tú maldad ya terminó”.
Arabella tuvo mucho miedo.
“¡¿Qué dices?! ¿Cómo es posible que mi mamá no sea tú…?”
Sophie fue abruptamente interrumpida por Merybeth.
“¡Cállate, farsante! Son como la uña y la mugre, tú lo sabías, por eso siempre se han puesto en mi contra y han jugado a torturarme por años, pero, ¡Lo pagarán!”
“¡No!”, gritó Sophie chillando.
Unos hombres entraron, Arabella recuperó el temple.
“¡LIévense a esta loca!”
“¡No me toquen! No saben con quién se meten, yo no estoy loca, y mi esposo viene en camino, ¡Es un hombre muy poderoso, y juro que pagarán caro si me hacen daño!”
Los hombres titubearon.
“¡LIévensela, me ha golpeado! Además, dice locuras y dice que no soy su madre, lo soy, así que firmaré para que la remitan al hospital psiquiátrico”.
Merybeth la miró con horror.
Intentó correr, cuando esos fuertes hombres la detuvieron.
“¡SuéItenme! ¡Sean!”, gritó Merybeth con desesperación.
Uno de los hombres le inyectó una sustancia.
Ella gritaba y chillaba, pero al cabo de unos minutos, se contuvo.
Sintió que perdía todas las fuerzas.
Estaba quedándose débil.
Arabella firmó las hojas y se las dio, luego los hombres se fueron.
“¿Qué crees que estás haciendo, madre?”
“Acabando con Merybeth, en ese lugar la obligarán a firmar el traspaso de su herencia a ti, y ella nunca volverá a salir de ese lugar”.
Sophie sintió escalofríos.
“Pero, madre, ¿Y Sean Hyland?”
“Ellos terminaron, ¿No?”
“¿Qué le hiciste a mi padre?”, preguntó.
Sophie con grandes ojos severos.
“Se murió, iba a dejarnos sin nada, cariño, no iba a permitirlo”.
Sophie se alejó al escucharla.
“¡Madre! ¿Lo mataste?, dijo sollozando.
Tocaron a la puerta y Sophie abrió.
Sean empujó la puerta y ella retrocedió asustada.
“¿Dónde está mi esposa? Supe que su padre falleció. Les doy mi más sincero pésame”, dijo Sean en un tono serio.
Arabella y Sophie le miraban con un tormento en sus rostros y él creyó aún que era por la muerte de Félix Hansen.
“Merybeth se volvió loca…”, titubeó.
Arabella y comenzó a llorar como si le doliera Sean arrugó el gesto.
“¿Qué?”
“Abrazó el cadáver de su padre, como una loca, tuvimos que internarla en un psiquiátrico, porque intentó lastimarse…”
La mirada de Sean pasó de la perplejidad, a la rabia, ellas mismas pudieron ver como sus pupilas se volvieron enormes y oscurecidas
“¡¿Qué demonios dices?! ¡Eso es imposible! ¿Crees que no conozco a mi esposa? ¡Ella no está loca! Lo que quieres es la maldita herencia, ¿Crees que no lo sé? Dime, ¿Dónde está?”, exclamó sosteniendo su brazo con fuerza.
Había violencia en su voz y en su porte, y la mujer tembló asustada.
“¡Yo no hice nada!”, gritó Arabella.
Sean la soltó frustrado.
Luego tomó a Sophie y la tomó del cuello tan fuerte, delante de Arabella.
Ella gritó aterrorizada, sintiendo la fuerza de ese hombre.
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