Ámame maldito CEO
Capítulo 226

Capítulo 226: 

Merybeth estaba trabajando.

Contaba las horas para que pronto estuviese en casa, al lado de Sean.

Sentía que podía volar entre nubes de colores.

ÉI tenía ese efecto en ella, de hacerla sentir especial y de hacerla feliz.

“¡No puede pasar así, debe ser anunciada!”, exclamó la asistente, pero fue inútil.

Sophie entró en la oficina, sin siquiera ser anunciada.

Solo ver su rostro arruinó la felicidad de Merybeth.

Ella se levantó y la miró bien.

“Déjanos a solas, no te preocupes”.

La asistente salió y Merybeth clavó su mirada azul en su hermana.

“¿Qué quieres aquí?”

“Vine por una emergencia, Merybeth”.

“¿Emergencia?”

Merybeth sintió un miedo que golpeaba su interior.

“¿Qué pasa?”

“Es papá, él se ha puesto enfermo”, dijo Sophie.

Merybeth la miró impactada.

“Merybeth, nuestro padre ¡Está muriendo!”, exclamó.

Merybeth sintió mucho miedo de sus palabras y salió con ella dispuesta a ir a buscar a su padre sin pensarlo dos veces.

Arabella reunió a los empleados de la casa.

Eran cuatro personas, y los tenía en una fila, mirándolos.

“Quiero que tomen el día libre, pero si alguien les pregunta, dirán que tuvieron emergencias que atender, ¿Han entendido? Si dicen algo más, les descontaré el día”.

Los empleados se limitaron a asentir.

Luego salieron de la casa.

“AI fin solas, al fin me desharé de este problema que nunca debí aceptar tener”, sentenció.

Merybeth y Sophie llegaron a casa.

Arabella las miró con los falsos ojos llorosos.

“¡Madre!”, exclamó Merybeth.

“Tu padre está muriendo, el doctor viene en camino”.

Merybeth miró la escalera, casi como si fuera infinita.

Solo corrió cuesta arriba, quería verlo, quería ver a su padre, incluso si era la última vez.

Sophie miró a su madre.

“Mi padre no va a morir, ¿Verdad?”

Arabella la abrazó con fuerza.

“Es hora de que tu padre al fin descanse, cariño, y de que Merybeth obtenga lo que se merece”, explico con ira.

Sophie se alejó de ella y la miró con grandes ojos, asustados.

“¿Qué harás, madre? ¿Qué estás planeando?”, exclamó Sophie.

“Ya lo verás, es hora de que Merybeth vaya al lugar que le corresponde”.

Merybeth subió rápido la escalera.

Sentía que no podía más.

Cuando abrió la habitación y vio al hombre tendido sintió que no podía más, su móvil resonó y al mirar era Sean, respondió tan rápido como pudo.

Quería escuchar su voz, le hacía tanta falta.

“¡Sean!”, exclamó con la voz rota por el llanto.

“¡¿Qué pasa?! ¿Estás bien? ¿Por qué estás llorando, mi amor?”, exclamó al escuchar su perturbador tono de voz.

“¡No! Sean, mi padre, ¡Mi padre está muriendo!”, ella sollozó.

Sean sintió un miedo indescriptible.

“¡¿Dónde estás?!”

“En la casa de mis padres, ven por favor”.

“¡Voy para alIá!”, exclamó colgando la llamada.

Sean estaba en una joyería, el hombre le dio lo que había pagado, y él salió tan rápido como pudo, estaba lejos de Genesee, pero solo anhelaba llegar a esa casa y consolar a su esposa, alejarla de ahí, no soportaba verla sufrir.

“¡Padre!”, exclamó Merybeth.

Félix abrió los ojos, y sintió mucho dolor.

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