Ámame maldito CEO -
Capítulo 225
Capítulo 225:
“No quiero despertar aún, sigue durmiendo”, dijo Sean.
“Sí, pero, debo trabajar, se lo debo a Jane”.
Sean sonrió y cuando la vio dispuesta a salir de la cama, le dio una suave nalgada, que la hizo pegar un grito.
Luego permaneció acostado.
Estaba cansada.
Solo quería… 5 minutos más.
Cuando Sean bajó, observó el desayuno listo, y vio como Merybeth ordenaba la mesa.
Tenerla en casa era algo encantador.
Tenía una sonrisa tonta en los labios, y la abrazó por la cintura, mientras ella calentaba pan tostado.
Besó su cuello y su mejilla.
“Extraño tenerte contra la mesa”.
Ella siseó en sus labios.
“Cállate, ¡Qué pena!”
“¿Por qué? No parecías tener mucha pena”
Ella rio y le dio un manotazo débil sobre el pecho.
Luego fueron a desayunar.
“Se me hace tarde”, dijo.
“Te llevaré a la agencia de Jane. ¿Volverás?”
“Tenemos una cita a las ocho de la noche, ¿No?”
ÉI sonrió y asintió.
“Tengo una larga lista de deseos que cumplir, tengo un día muy ajetreado hoy”.
…
Mientras tanto en otro lugar…
Félix abrió los ojos.
Se sentía tan mal.
Era como si la respiración le pesara, como si estuviese quemándose por dentro.
“¡Ayuda…! ¡Ayuda!”
Arabella abrió los ojos y lo vio.
“¿Qué te pasa?”
“Llama… llama al médico”, dijo balbuceante, mientras escupía sangre.
Arabella le miró con horror y salió de prisa.
“¡Sophie! ¡Sophie!”, exclamó.
Ella se despertó y se levantó apurada.
Estaba asustada por los gritos.
“¡¿Qué es lo que pasa madre?!”
“¡Es tu padre! ÉI está muriendo”.
Sophie sintió un miedo terrible.
Se echó a llorar.
“¡No! No puede ser, ¡Papá!”
Sophie corrió a su lado.
Vio la sábana con manchas de sangre, sollozó, tomando su mano, su padre la vio.
“¡Llama al médico! ¡Me muero!”
“¡Yo lo haré!”, dijo Arabella, pero mentía.
No estaba dispuesta a llamar a ningún médico.
“Escucha, ve… ve por tu hermana…”, dijo en voz baja.
“Sophie, debes traer a Merybeth, antes de que yo muera, quiero verla”.
Sophie le miraba compasiva, llorando, y asintió.
“Sí, padre, iré por mi hermana”.
Sophie salió de prisa, y su madre impidió su camino.
“¿A dónde vas?”
“¡Debo ir por Merybeth! Mi padre quiere verla”.
Arabella le dejó pasar y Sophie salió muy apurada.
Ella sonrió.
‘Perfecto, perfecto, todo sale conforme a como lo planeé, ven querida, niña, ven Merybeth, con rumbo a tu desgracia’, pensó con la mirada llena de maldad.
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