Ámame maldito CEO
Capítulo 220

Capítulo 220: 

“¡No!”

“Por favor…”, dijo con una súplica y berrinche.

“Solo si vuelves esta noche conmigo a casa”.

Ella miró sus ojos y sonrió con malicia.

Asintió y éI comió otro bocado.

Sean tuvo que beber un poco de leche y casi vomitar en el baño.

Luego cuando estuvo mejor por fin volvió a la mesa.

“Temí que fueras capaz de huir”.

“Lo pensé, pero no pude ser tan cínica”.

Sean sonrió.

“¿Vamos a casa?”

Ella alzó los hombros con un gesto de desinterés, y salieron de ahí.

Mientras tanto en otro lugar…

Arabella llevó aquel vaso con agua a Félix.

ÉI estaba recostado en la cama.

Se veía pálido.

“No quiero más discutir, mujer, por favor”.

Arabella sonrió.

“Ni yo tampoco, querido, bebe este vaso de agua. Te sentirás mejor”.

Félix bebió.

“Hablaré con Merybeth, ella calmará a su esposo”

“¿Quién sabe, querido? El amor es el sentimiento más estúpido y frágil, un día comienza, un día acaba, ya ves, Mary BelI, te amaba con locura, y un día solo te odio”.

Félix bebió su agua, pero al escuchar sus palabras la miró fijamente.

“¡Cállate! No me lo recuerdes, ella era buena, demasiado inocente y sin malicia, nunca pudo ver nuestras intenciones, tú fingiste ser su mejor amiga, y yo fingí amarla, ella dejó todo por mí; a veces sueño con ella, son pesadillas crueles, donde me mira con sus grandes ojos azules, solo me mira, como si me reclamara diciendo, ¿Por qué a mí?”

“¡Patético!”, exclamó Arabella.

“Te volviste tan débil”.

“¿Y tú, Arabella? ¿Nunca tuviste alma?”, exclamó Félix.

Mientras tanto en otro lugar…

Llegaron a casa y Merybeth observó que todo estaba tan igual como siempre.

“¿Para qué me quieres aquí? ¿Quieres que sea uno de tus adornos?”, exclamó con rabia.

ÉI negó.

“¿Aún quieres el divorcio?”

Ella dijo que sí, y éI sintió tristeza

“Si lo quieres, entonces, debes darme mucho placer, si me das suficiente placer, tal vez, te dé el divorcio”.

Ella le miró insegura.

“Si eso es lo que quieres”.

ÉI tendió la mano, y ella la tomó.

Luego subieron la escalera, dirigiéndose la habitación.

AI entrar, éI la giró a éI, la miró fijamente.

Ella sintió que su respiración se aceleraba.

Con solo mirarla con esos grandes ojos, le provocaba tanto.

Se acercó tan despacio, pudo sentir que ella temblaba, que su piel se erizaba ante su contacto.

Sus manos bajaron por su vestido, hasta sus nalgas, pasando por ellas y levantando el vestido, hasta quitárselo, dejándola solo en ropa interior.

“¿Por qué eres tan necia?”

Ella sonrió, mientras sus manos quitaron cada botón de su camisa, y desnudaron su torso.

“¿De verdad quieres el divorcio?”

Merybeth acarició sus perfectos abdominales.

Su pecho era fuerte y lo miró.

Luego… sonrió.

“Si, lo quiero”

Había seguridad en su mirada, y éI lo detestó.

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