Ámame maldito CEO -
Capítulo 216
Capítulo 216:
“Evidencié tu culpa, solo te graduaste por mi perdón, no lo olvides, ahora mismo, si no fuera por mi piedad, estarías acabado”
Sean le lanzó unos papeles a la cara, que el otro apenas alcanzó a tomar.
“Este es el acuerdo pre nupcial entre mi mujer y yo, ella puede divorciarse, si quiere, pero, es tu deber informarle que, al hacerlo; tendrá una deuda imposible de pagar”.
Sean dio la vuelta y se fue.
Merybeth estaba por irse, cuando vio a Sean en la parada de taxis.
Ella rodó sus ojos, frustrada.
“De nuevo, tú”, sentenció, y éI sonrió-
“Hola, esposa, ¿Cómo estás?”
“Estaba bien, pero apareciste tú, y ahora estoy mal”.
“¿Mal? ¿Por qué? ¿Te recordé que soy tu querido esposo?”
“No, me recordaste que odio a las moscas”, dijo con voz sería y éI hizo un gesto de fastidio.
“Fui a ver a tu abogado, ¿Por qué escogiste a ese abogado? ¡Es el peor de Genesee!”
“Pero, es éI único que se enfrentaría a ti, ¿Verdad? ¿Te sorprendí?”
Sean la miró con ojos pequeños.
“Sí, me sorprendiste, pensé que no podías ser más tonta”.
Merybeth frunció la boca con rabia.
“¡Ay, por favor! Hablo el rey de los tontos, éI que chocó el auto de Jane”.
ÉI rio.
“Lo pagaré, compraré uno mejor para Jane”.
“Jane te odia, no le interesa”, sentenció.
“Debes desistir del divorcio, tu abogado ya tiene el contrato prenupcial, y dudo que alguien quiera enfrentarse a mí, ni siquiera ese embustero de Grant”, dijo con aire de superioridad.
“Ya vete, eres tan molesto”.
“¿Yo? Tú también eres muy molesta”
“¿Y qué haces aquí, entonces? Tú eres una mosca que zumba en mi oído”.
Sean sonrió.
“Porque así lo quieres”, dijo acercándose a su oído, como si fuera a contarle un secreto.
Ella se acercó, intrigada.
“En lugar de ser molesto, podrías escuchar mi aliento en tu oído, mientras beso tu cuello”, explicó éI.
Merybeth sintió que se estremecía y dio un paso atrás, defensiva.
“¡Eres insoportable! Largo”.
“Te llevó a casa de Jane”.
“No”, sentenció.
“¿Por qué no me dejas en paz? ¿Has pensado que, si me dejarás en paz, solo un día tal vez podría sentir en tu ausencia?”
ÉI alzó las cejas, confuso.
“No”.
“Tal vez podría extrañarte, y volver, pero, si estás aquí, como una mosca desesperada, solo quiero matarte”.
La mirada de Sean se volvió casi endeble, y asintió.
“Bien, nos vemos en cuarenta y ocho horas”.
Merybeth lo vio irse, y respiró profundo.
…
Mientras tanto en otro lugar…
Arabella y Félix peleaban en el despacho desde hace rato, sin llegar a un acuerdo.
“¡Imposible! ¿Cómo has permitido que ese desgraciado de Hyland nos quite la empresa? Y, ¿¡Qué nos quite la casa!?”
Félix tosía con fuerzas.
“¡No pude hacer nada!
“Félix, eres solo una decepción constante, mira todo lo que has hecho, prometiste que seríamos ricos, prometiste que tendríamos el mundo a nuestros pies, ¿Y qué obtuve? ¡Criar a la hija de esa maldita y tener una casa prestada!”
“Tú no criaste a Merybeth, nunca la quisiste, siempre la maltrataste”, espetó.
“¿Cómo iba a querer a la hija que tuviste con otra? ¡Claro que no, por eso la odié! Mary BelI pagó muy caro por haberse cruzado en mi camino, no solo con ella misma, sino también con su hija, me desquité”.
“¿No te pesa la conciencia, Arabella? Hay noches en que no duermo, hay noches en que pienso en ella, su llanto, su dolor, todo viene a mí, ¿Cómo puedes ser tan cruel?”
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