Ámame maldito CEO -
Capítulo 167
Capítulo 167:
Él sonrió y se burló.
Siempre era así.
Regina era una mujer de carácter muy fuerte, Joel hacía lo que ella quería sin poder evitarlo y Joe, creció a las órdenes de su madre, que siempre hacía con él lo que ella quería.
El juez llegó y todos se pusieron de pie.
“Buenos días, comenzaremos el juicio de Sean Carson demandando a Joe Carson y Regina Carson por el despojo de su herencia. Según se puede leer en el testamento, el cual ya fue entregado en copias al jurado, el finado Metín Carson, heredó a su hijo Joel Carson y a su nieto Joe Carson con una fortuna de veinte millones de dólares, y una casa en Nueva York; sin embargo el resto de su fortuna valuada en setecientos millones de dólares, su Empresa Carson Hills, dedicada a la exportación, y su mansión en Genesee, fue dejada en su totalidad a su nieto mayor Sean Carson, la razón la expresa en su testamento, Sean Carson, fue un hijo ilegítimo, al que su padre nunca le dio amor, Metín Carson quiso recompensarlo para que tuviese una mejor vida, sin embargo, el demandante acusa a su familia de haber sido despojado de su herencia. Abogado de la parte acusatoria, comience a explicarnos”.
Orson Hyland asintió y se puso de pie caminando hacia el jurado.
“Buenos días, gran jurado, estoy aquí para defender a un buen hombre, Sean Carson, ha sido acusado de injurias a lo largo de su vida, y ha tenido que enfrentarlas con valor y honor; primero, fue acusado de asesinato, aunque él juró no haber cometido ningún crimen, su familia no lo apoyó, ni siquiera le dieron el beneficio de la duda, el hombre fue acusado, fue sentenciado, y luego de un año de prisión, por fin pudo demostrar su inocencia, y salir en libertad. Durante dos años, tras dejar la cárcel, ha buscado la forma de hacerse de una nueva vida, pero, ¿Cómo puede dormir un hombre a sabiendas de la gran injusticia que pesa sobre su pecho? Nadie puede, mi cliente jamás accedió a ceder la herencia que le dio su abuelo, en beneficio de su hermano menor, eso fue una trampa cruel para despojarlo de su fortuna, no solo han dañado a un hombre inocente, también se ha incumplido con la voluntad de una persona fallecida”.
El jurado murmuró entre sí.
“Gracias abogado Hyland, ahora es el turno del abogado defensor”.
“¿Cómo podría ayudar la Familia Carson a un delincuente? Cuando, incluso, nuestro sistema judicial lo acusó, ellos solo se defendieron, temiendo lo peor, gran jurado, si el señor Carson fue o no acusado, no tiene nada que ver con mis clientes, pero, hay una carta firmada de puño y letra por parte del señor Sean Carson, donde él cede la herencia que le dejó su abuelo, a mi cliente Joe Carson, si el hombre se arrepintió, o no, esa es la incógnita”.
“Muy bien, comencemos el juicio, llamaremos a la primera y única testigo que tiene la parte acusada, la Señora Regina Carson”.
Regina Carson se puso de pie y subió al estrado.
Su mirada furiosa y rencorosa se clavó en los ojos de Sean, que la vio con el mismo odio latiendo en su ser.
“Señora Carson, ¿Cómo fue que recibió la carta donde Sean Carson cedía su dinero a su hijo Joe?”, preguntó el abogado defensor.
“Un día fui a la prisión de Genesee, soy una cristiana, quería ver a Sean, y darle algo de consuelo, pero no pude hacerlo, a la salida encontré a la exnovia de Sean, mi sobrina Anne Phillips, ella trajo consigo una carta que me entregó, al leerla, supe que Sean Carson cedió su fortuna a mi hijo Joe Carson”, dijo ella.
Sean sonrió con burla y Regina sintió miedo.
“No tengo más preguntas, su señoría”.
Fue el turno del abogado demandante.
“¿Y no le pareció extraño que Sean pudiera donar la herencia de su abuelo, a su hijo?”
“No, él siempre fue generoso, ya solo creí que, había aceptado su destino, y donaría el dinero porque no lo ocuparía más”.
“¿Puede hablarnos de su relación con el Señor Sean Carson?”
“Regular, es el hijo b%stardo de mi marido, nacido de una relación extramarital, así que, no me era agradable su presencia, pero intentaba ser amable, intenté tratarlo tan bien como podía”.
“¿Por eso al morir Metín Carson, y al saber que toda la fortuna le correspondía a Sean, mandó a traer a Anne Phillips para seducirlo?”
“¡Eso es una mentira!”, exclamó ofendida.
“¡Objeción!”, exclamó el abogado defensor.
“Objeción aceptada”, dijo el juez.
Orson miró a Regina, ella sintió miedo.
Pudo ver en los ojos de ese hombre que había algo que ocultaba.
Era una victoria latente.
¿Pero cómo?
“No tengo más preguntas, su señoría”.
Regina bajó del estrado y fue a su lugar.
“Llamemos al siguiente testigo, esta vez de la parte acusatoria”.
Orson y Sean se miraron sonrientes.
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