Ámame maldito CEO
Capítulo 152

Capítulo 152: 

No, eso era imposible.

¡Él no debía saberlo!

“Debes irte” sentenció ella.

Jane intentó recuperar su fortaleza.

“Todo esto es un error, algo que no debió pasar, así que debes irte”.

“No puedes referirte a mi bebé como un error, él no tiene la culpa de nada”.

“¿Tu bebé? ¡Estás loco! No es un bebé, es… ¡No voy a tenerlo! Es un error que solucionaré”, espetó con firmeza.

Orson sintió un miedo al escuchar sus palabras.

Era verdad lo que decía Sean.

¡Ella no quería al bebé!

Tenía que actuar.

Él se acercó a ella de prisa, la tomó de los hombros acercándola a él.

Se veía furioso, y asustado a la vez.

Sus ojos castaños la miraron fijamente.

“¡No te atrevas a lastimar a mi bebé! Te lo prohíbo, él es un ser inocente, ¿Acaso le harás daño a una pequeña parte de ti?”

Jane le miró con ojos tan grandes y asustados.

Sentía que estaba temblando.

¡Las palabras de Orson estaban enloqueciéndola!

“¡Aléjate de mí!”

“No puedes hablar en serio, Jane, no puedes lastimar a un bebé, no puedes deshacerte de él, como si fuera basura, por favor, no puedes, yo quiero ser padre, siempre he soñado con serlo, seré muy bueno, juro que también seré el mejor esposo, ya lo verás”, explicó él con seriedad para que ella viera su determinación.

Él creyó que este acto de sinceridad sería suficiente, pero ella…

¡Se quedó completamente impactada!

“¡¿Esposo?!”, exclamó asustada, apartándose de él.

Jane sintió que podía desmayarse al escucharlo.

¿Cuándo su vida dio un vuelco tan desastroso e imposible?

Esto no podía ser real.

“¡Yo no voy a casarme! Ni contigo, ni con nadie”, sentenció.

Cada palabra que Jane le decía era como un dardo que lo apuntaba a él.

Orson se sintió inútil ante ella y su rudeza.

“¿Por qué eres así, Jane? Tan cruel y tan despiadada, ¿Qué quieres de mí?”, preguntó él con tristeza.

No quería perder al bebé.

“Nada, mírame, mira mi empresa, mírame a mí, ¡No necesito nada de ti, ni de ningún hombre! Incluso si quiero tener a este hijo, no te necesito para nada, pero no quiero tenerlo, ¡No me obligarás!”

Orson dio un paso atrás.

Su mirada era tan desolada, que Jane sintió escalofrío.

Él tragó saliva.

Sintió un nudo de dolor que apresaba su garganta.

¿Por qué creyó que sería tan fácil como querer casarse, y estar dispuesto a ser un buen padre y esposo para que ella aceptara?

Ahora sabía que ella era su opositora, ante él había una montaña tan grande imposible de escalar.

Si el método bueno no funcionaba, no tenía de otra.

Tenía que pasar a la ofensiva.

“¡No te atrevas a hacerlo! No lo Voy a permitir”.

“¿Y qué harás? ¿Me demandarás? El ab%rto es legal, y es mi decisión, es mi cuerpo”.

Orson bajó la mirada.

Estaba destrozado.

Ella pudo ver un brillo en sus ojos, como si fuera a echarse a llorar.

El hombre estaba tan frustrado.

No podía hacer nada.

“Solo dame una oportunidad, solo dame la posibilidad de hacerte cambiar de opinión”, dijo Orson en un intento de cambiar su opinión.

No quería rendirse.

“¿Y cómo lo harás?”

.

.

.

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