Ámame maldito CEO
Capítulo 149

Capítulo 149: 

Sean esbozó una risa burlona.

No se creía lo que ella había dicho.

Luego tomó su brazo y la sacó del apartamento.

“Escúchalo bien, mujerzuela, te quiero fuera de este apartamento, y lejos de mí y de mi primo, no te vuelvas a acercar a nosotros”.

Sean entró en el apartamento y la mujer quedó en el umbral de la puerta.

Él cerró en sus narices y ella lo maldijo por lo bajo, llena de rabia y frustración.

¡Él todavía consideraba que ella no era nadie!

Orson caminó por el pasillo, cuando se cruzó con Sean.

“¡¿Sean?!”, exclamó confuso.

“¿Qué haces tú aquí?”

“Mejor dime tú, ¿Qué hace esa mujer aquí? Sabes que solo busca una cosa; dinero, no me mientas, Orson, ni te mientas a ti mismo, no amas a esa mujer, estás encaprichado, pero ya obtuviste lo único que te tenía prendado de ella, espero que ahora sea un pasado en tu vida, y que te hayas cuidado”.

Orson sintió que su rostro enrojeció de vergüenza, lo miró enojado.

“¿Acaso crees que soy un niño? Claro que me cuidé, no necesito tus consejos, puedo manejar mi vida mejor que tú, mírate nada más, abandonado por tu esposa, persiguiéndola desesperado, mientras planeas una infame venganza”.

“Pero, no estoy hablando de mí”; dijo Sean con rabia.

“Si no de ti, que serás padre muy pronto”.

Orson le miró con el rostro perplejo.

Estaba tan confuso por sus palabras.

¿Qué estaba diciendo?

¿Se había vuelto loco?

“¡¡Qué dices?! ¿Acaso es una maldita broma?”, exclamó dudoso.

“¡Ninguna broma! Jane está embarazada, tú eres el padre, ¿Olvidas su romance de Malibú?”, exclamó con desdén.

Era cierto, pero…

¡Lo había olvidado!

Solo bastaron las palabras de su hermano para que el recordara todos aquellos sucesos.

Orson dio un traspié, abrió ojos demasiado grandes.

¡No podía creerlo!

“¿Cómo lo sabes?”

“¡Ella misma me lo ha dicho! Espera un bebé tuyo, así que, espero que actúes como un hombre y des la cara ante ella, porque la pobre Jane, incluso ha pensado en perder a esa criatura”, explicó Sean seriamente.

Él no podía creerlo.

¿Hablaba en serio?

“¡¿Qué?!”, exclamó Orson impactado y temeroso.

“¡Ella no puede hacer eso! Yo… no sabía nada, todo sucedió tan rápido, jamás pensé que eso ocurriría”.

Estaba impactado.

“Esto lo cambia todo, Orson”.

“Sí, claro que sí…”, dijo con la mirada perdida.

Estaba pensando en ella.

También estaba pensando en él y en ese bebé.

¿De verdad sería un padre?

“Bien, pues actúa como un hombre, solo vine a eso, y a recordarte que mañana debes encargarte de todo lo que tiene que ver con la demanda”.

“Sean, lo sé, no tienes que recordármelo, ahora debo pensar en mi hijo, y tú, deberías ir a buscar a tu mujer, y llevarla contigo a casa, dejar de hacerte el tonto, cuéntale de todo esto, ella podría comprenderte”.

“Yo sé lo que haré, no te entrometas”, sentenció severo.

Al verlo así, solo pudo soltar una risa.

Ese hombre creía que no cambiaba por nada del mundo, pero esa mujer lo estaba transformando lentamente en algo que él no se daba cuenta.

¿Por qué era tan necio?

Sean salió de prisa y cerró la puerta tras de sí.

“¿Sigues aquí?”, exclamó al ver aún a la mujer ahí.

Era tan asquerosa para él, que no quería verla por mucho tiempo.

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