Ámame maldito CEO
Capítulo 146

Capítulo 146: 

“¿No lo hallaste?”

“Sí, pero, no lo vi, estaba con alguien”.

Jane arrugó el gesto, con duda.

“¿Con quién?”

“Con otra mujer”.

Jane estaba impactada.

En su interior no pudo evitar sentir miedo.

Era un dolor con un mal presentimiento, pero intentó olvidarlo.

“¿Y quién es esa mujer?”

“La asistonta de Sean Hyland”, dijo Merybeth con rabia.

Todavía no podía creer eso.

¿Acaso había perdido la cabeza ese hombre?

¡Esa chica era claramente horrible!

“¿La mujer que te quiso quitar a Sean?”, preguntó.

“Jane, Sean estaba con una mujer, con la misma de Nueva York, parece que está muy metido con ella, pero se niega a darme el divorcio, no sé qué quiere de mí, pero no puedo escapar de él”, dijo con angustia y rabia en su voz Jane la miró preocupada, la abrazó

“No te preocupes, no lo necesitas, nadie puede obligarte a estar a su lado por siempre, nadie puede hacerlo, si tú quieres el divorcio, lo conseguirás, serás libre de Sean Hyland”.

Merybeth asintió, pero no estuvo tranquila.

Algo iba mal.

Jane decidió irá dormir, estaba muy cansada, ya que mañana debía visitar al médico para ver qué le pasaba.

Merybeth caminó por la casa.

Estaba por ir a su alcoba, pero cuando apagó la luz de la sala, pensó en lo que ocurrió.

Aún tenía en su mente el recuerdo de Sean tomado de la mano de esa mujer.

Lo odiaba.

Pensar que ahora mismo podría estar con ella, besándola, haciéndole el amor…

Era horrible.

Un sollozo escapó de sus labios.

‘Me olvidarás, Sean, todo acabó, no fui nada para ti, entonces, ¿Por qué me quieres atada a ti? Nuestros caminos ya están cerrados, ahora soy solo un recuerdo en tu helado corazón, olvídame, Sean, olvídame para siempre’, pensó.

De pronto, tocaron a la puerta.

Merybeth limpió sus lágrimas, y caminó a abrir.

Al hacerlo, miró a Sean, ella por impulso intentó cerrar la puerta.

No quería dejarlo entrar, pero fue inútil.

Él empujó la puerta y se adentró.

“¡¿Qué crees que haces?! No eres bienvenido”, espetó can rudeza.

Los ojos de Sean la miraban severos.

Parecía que estaba rabioso.

Pero de todas las veces que estaba molesto, estaba vez era diferente.

¿Había pasado algo?

“Dime la verdad, Merybeth, sé que compraste una prueba de embarazo, ¿Estás embarazada?”, exclamó.

Ella le miró impactada de semejante pregunta.

“¡¿Qué!?”, gritó.

“Tú eres tonto? No respondas, todos saben que eres tonto”, se burlo ella, pero seguía alterada.

¿Cómo lo sabía?

Sean tomó sus brazos, la acercó a él.

Ella pudo sentir su aliento.

Oler su perfume, y sentir su calor…

Ella quiso huir, pero escapar de Sean Hyland era imposible.

“¿Acaso me has engañado, Merybeth?”, preguntó estando todavía muy molesta.

“Dijiste que estuviste con otro, y luego dijiste que mentiste, dime, ¡¿Cuál es la maldita verdad?!”, gritó eufórico.

Quería saber la verdad.

¿Lo había traicionado?

¿Se había olvidado de él tan rápido?

¿Le había… mentido?

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