Ámame maldito CEO -
Capítulo 141
Capítulo 141:
“¿Y si lo hago yo? Si yo lo busco y le digo todo, ¿Eso te mantendría tranquila?”
Jane se quedó pensativa.
“Sería tan inmaduro”.
“Pero, estarías tranquila, ¿Verdad?”
Jane asintió.
“Sí”.
“Lo haré, iré a verlo”, dijo Merybeth con determinación.
…
Orson Hyland llegó a su departamento.
Al abrir la puerta, ella estaba ahí.
Él sonrió con dulzura.
Lucy estaba sentada en la sala.
Ayer ella había llegado junto con la lluvia de medianoche, Orson se había sorprendido, pero ella lo llenó de caricias, y él no pudo pensar con lógica.
Ella le dijo que no tenía ahora donde vivir, había perdido su departamento por no tener dinero para el alquiler, y ahora ella estaba ahí, junto a él.
Orson se había dejado llevar por la pasión, había estado tras el amor de Lucy por todo un año, pero ella siempre estuvo loca por su primo Sean, ahora creía que tenía una oportunidad.
“Vamos a cenar, solo iré a darme un baño”, dijo Orson.
Lucy se sentó a ver el televisor, cuando observó el teléfono móvil de Orson.
Justo a su lado, lo tomó de inmediato, y pudo husmear en él.
Orson era la persona más confiada en el mundo, y a ella le parecía el más aburrido.
Cuando tuvo acceso a los mensajes del grupo, la mujer no dudó en revisar el chat de Sean Hyland, pero la conversación que leyó la dejó sin palabras.
[Por favor, ven a cenar conmigo y con Anne, estoy aburrido de ella, y no quiero tenerla cerca].
[¿Tan rápido te has aburrido de tu falsa novia? Ahora te aguantas, sabes que no estoy de acuerdo con las mentiras, no iré para ser tu tabla de salvación, Sean Hyland, estoy hartándome de que hagas el tonto].
[Si te arrepientes, estaré en el restaurante Milani Bear, a las ocho de la noche]
Lucy estaba boquiabierta.
‘Con qué Sean Hyland tiene una amante, que no soy yo. Ahora verás Merybeth Hansen, ya ves que no eres la reina del corazón de Sean’, pensó ella.
Lucy escuchó que tocaron la puerta.
Ella se apuró a abrir cuando lo hizo y vio a la mujer tras la puerta.
Se quedó perpleja al verla.
“¡Ja! Vaya sorpresa, con qué estás aquí, y yo que planeaba buscarte”.
Merybeth miró a la mujer con ojos rabiosos, pero alzó la barbilla como enfrentándola.
“¿Qué haces aquí? ¡Eres una enredadera! ¿Acaso no tienes amor propio?”, preguntó ella en un tono agresivo.
“Ah, ¿Y qué te importa? ¿Crees que todos los Hyland son de tu propiedad? O, ¡Ya sé! Pensaste, si pierdo a un Hyland, aún tengo a otro, ¿Es eso verdad?”
Merybeth la miró confusa.
“Pero, ¡¿De qué demonios hablas?! Asistonta, cuando repartieron el cerebro, tú seguro estabas definiendo tu género, pero debiste elegir ser una serpiente, te hubiese ido mejor, ahora llama a Orson, dile que quiero verlo”
Merybeth chasqueó sus dedos, y Lucy hizo un gesto de burla.
“Olvídalo, mejor busca a tu querido esposo, ¿Sabes dónde está ahora?”
Merybeth alzó las cejas.
“En tu cama nunca estará”, espetó con burla.
“Ni en la tuya, querida, ahora está en un restaurante, en el Milani Bear, al lado de una mujer, una nueva mujer, por la que te ha dejado”.
Merybeth sintió que esa mujer le estaba dando una puñalada, pero fingiría bien que no le importaba en lo más mínimo por pura dignidad.
“¿Y a mí qué me importa? De Sean Hyland solo me importa el dinero, y nada más, querida, no soy tan tonta como tú, ¿Te metiste en su cama y te rechazó? Mírate, pobre; no tienes ya dinero, ni dónde vivir, ¿Y dónde estás? Con el único Hyland que puedes manipular, pero, te queda poco tiempo, porque no hay un hombre que te dure”.
“Ya veremos, Merybeth, ya veremos, ahora que dejes de ser la Señora Hyland, y otra ocupe tu lugar”.
Lucy cerró a la puerta en sus narices.
Merybeth controló su furia.
Ella odiaba a esa mujer con todas sus fuerzas, dio la vuelta y se fue.
“¡Maldita asistonta, la pagarás! ¿Podría ser cierto? Sean Hyland, ¿Acaso estás jugando con fuego? La voy a comprobar, y si es cierto, ¡Te voy a quemar!”, exclamó Merybeth furiosa.
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