Ámame maldito CEO -
Capítulo 136
Capítulo 136:
Sean sonrió con mofa, pero sintió algo de alivio.
Pensó que estaba a punto de recuperar su herencia perdida, y todo para iniciar su venganza, al mismo tiempo se desharía de Anne Phillips, para siempre.
‘Podré volver a casa, volveré con Merybeth’, pensó con una esperanza en su corazón.
“Claro, querida, te veo en el bufete de abogados Hyland y asociados”
Orson entró en la oficina, y se acercó a él.
“Sean, debiste ver a Joe Carson, estaba llorando ante tu tumba, me he sentido tan mal, soy un miserable, seguro de que lo que hacemos es un sacrilegio, pobre hombre”.
“¡¿Pobre?!”, exclamó Sean.
Luego, levantándose ante él, lo miró con ojos grandes y severos.
“Pobre yo, que sufrí un año en la cárcel, sufrí los peores maltratos, ¿Sabes cómo es la maldita cárcel de Genesee? No lo sabes, ¡Es la peor prisión de este país! No sabes el nivel de corrupción que hay adentro, no sabes cómo se vi%lan los derechos humanos, nadie sabe lo que sucede adentro; ¿Sabes por qué a pesar de mi propia tragedia e injusticia, decidí seguir siendo abogado?”, exclamó molesto.
Orson le miró con duda.
“¿Por qué?”
“Porque quería salvar a hombres inocentes de ir a prisión, porque no quería que nadie padeciera lo que yo viví adentro. No vengas a decirme que Joe Carson es un pobre hombre, ni él, ni ningún otro que lleve su apellido es inocente”
Sentenció con rencor en la mirada.
Sean caminó dispuesto a irse.
“¿A dónde vas?”
“Anne Phillips viene en camino, la esperaré afuera, y será mejor que hables con todo el bufete, para todos no existo, es como si no me conocieran, y prepárate, la mujer hará todo para iniciar la demanda por la herencia Carson, también dice tener una prueba fehaciente que demostrará que mi herencia fue arrebatada con malicia”, dijo Sean.
Orson se quedó perplejo, pero hizo todo lo que se le ordenó.
…
Jane estaba tratando de ir al trabajo, pero no controlaba las náuseas.
Se sentía muy mal.
“Jane, vamos a llamar a un médico, no te ves bien”.
Jane no quería hacerlo.
Odiaba sentirse débil.
Siempre queriendo hacerse la mujer fuerte, se negó a la idea, pero…
“Está bien”, dijo cuando se sintió peor, y supo que algo estaba mal.
Algo en su cuerpo ya no era normal.
Esto no era una simple enfermedad.
Pasaba… algo.
Merybeth llamó por teléfono al médico que pronto fue en camino.
Luego llamó a la agencia para avisar que no asistirían dejando a un empleado de confianza a cargo de todo.
“Te ves pálida, ¿Qué comida te habrá caído tan mal? ¿Quizás algo en Nueva York?”
“No lo sé, pero me siento fatal”, dijo recostada.
Luego, quedó mirando al techo, así que Merybeth limpió su rostro con un pañuelo con agua tibia para refrescarla.
Cuando el doctor llegó revisó sus signos vitales, tomó muestras de sangre, y escuchó todos sus síntomas.
“Dime, Jane, ¿Cuándo fue la última vez que tuviste tu periodo?”
Ella se quedó perpleja.
Luego… bajó la mirada angustiada.
“Bueno, mi ciclo es muy irregular, pero, el último mes no me bajó, y este mes, llevo una semana de retraso, pero creo que todo es normal”, dijo con la voz nerviosa.
Estaba muy nerviosa.
El doctor la miró y asintió
“Ajá, bueno… mira, por ahora debes tomar mucho líquido, y comer algo que sea blando, como sopas, o cremas, mañana quiero verte en mi consultorio; yo tendré los resultados de tus exámenes sanguíneos, nos arrojarán una idea de que es lo que tienes, y en base a eso te daré el tratamiento a seguir”.
Jane asintió.
Luego el doctor se fue.
Merybeth no se atrevió a decir nada.
Solo se sentó al borde de la cama, pero su amiga la miró con desesperación.
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