Ámame maldito CEO
Capítulo 127

Capítulo 127: 

Ella se levantó y se acercó él.

Ella tocó su propio cuerpo con lujuria.

“Nunca he hallado a un hombre que me haga el amor, como tú”.

Él hizo un gesto incrédulo, disimulando el asco que sentía en su interior.

“Pensé que mi padre lo hizo bien para ti”.

“Por favor, perdóname. Dime, Sean, ¿Crees que algún día podrás perdonarme?”

“¿Y cómo, Anne? Me hiciste perder todo, no tengo nada, no tengo a la esposa que soñé tener, ni a la familia que quise, tampoco tengo el dinero que mi abuelo me dejó, ¡Soy solo un hombre de pérdidas!”

“Pero, lograste salir de prisión…”

“Yo no maté a nadie, eso lo probé, por eso estoy libre, un año en prisión fue suficiente para que me dejarán libre, como inocente”.

Ella sonrió conmovida.

“Si pudiera volver el tiempo atrás, si pudiera hacer cualquier cosa para devolverte todo lo que te quite, juro que lo haría, lo juro, Sean”.

Sean la miró con ojos brillantes.

“¿Serías capaz de ayudarme a pelear por mi herencia?”

Ella lo miró sorprendida.

“Si eso te hace volver a mí, si lo haría, Sean”, dijo la mujer.

Sean la miró con ojos severos.

Luego, se levantó.

“Debo irme”

Ella detuvo su mano.

“Mañana es el baile a beneficio de la cruz roja, algunos artistas donaran de su arte para generar donativos, será en el Waldfort Astoria, en el salón de eventos, podremos vernos ahí”.

Él sonrió fingiendo algo de naturalidad.

“Mañana nos vemos ahí”, sonrió.

Anne quiso besarlo.

Él sintió su aliento, pero sintió náuseas.

Se alejó de ella, casi de inmediato y salió.

Anne le miró con añoranza, ese rechazo avivó su deseo.

Al día siguiente, Merybeth y Jane se encontraron.

Estaban trabajando con Mackulay.

Faltaba poco para la fiesta a beneficio de la cruz roja, donde Mackulay para hacer un poco más de mercadotecnia sobre su imagen, había donado uno de sus cuadros para subastar.

Merybeth se visitó y fue a la habitación de Jane.

“¿Estás lista?”, exclamó al verla frente al espejo.

Jane se veía disgusta.

“Sí…”

“¿Qué tienes?”

“No sé. Me he sentido mal. Creo que algo de la comida de ayer me cayó muy mal, he tenido vómitos y cansancio”.

“¿Y fiebre?”, exclamó Merybeth tocando su frente.

“No, fiebre no he tenido. Bueno, debemos irnos, que se nos hace tarde”, dijo Jane y salieron de prisa.

Al llegar al baile, observaron el salón lujoso.

Merybeth y Jane fueron a su mesa.

Merybeth comenzó a tomar fotografías, y a entrevistar a personas pidiendo opinión del cuadro de Mackulay.

Cuando terminó, se acercó a Jane.

“Te diré, que luego de esta campaña, tendremos muchas más, tu agencia será la mejor del país, debes creerme, Jane”.

Jane parecía ausente, con la mirada perdida.

“Jane, ¿Sigues sintiéndote enferma?”

Ella negó.

“Merybeth, mira por ti misma”

Ella le señaló con la mirada.

Merybeth volteó a ver lo que tanto había captado su atención.

Cuando al fin lo vio, sus ojos se abrieron enormes.

Estaba incrédulos.

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