Ámame maldito CEO -
Capítulo 121
Capítulo 121:
Joe sentía demasiada melancolía en su interior.
Sean llegó a Nueva York estaba en un lujoso hotel.
Se vestía colocando sus mancuernillas.
Arreglando su perfecto traje oscuro, se miró al espejo.
‘Ya nos volveremos a ver la cara, Anne, no pienses que siento nada por ti, ni siquiera demasiado odio, pero tú, me devolverás lo que quiero, luego ellos, Los Carson, pagarán muy Caro por mi dolor’, pensó.
…
Mientras tanto en otro lugar…
Sean estaba por irse, y se detuvo.
Sacó de su bolsillo aquel anillo.
Ahora lo llevaba siempre consigo.
Lo guardó, pensó en Merybeth, aunque intentó negárselo…
No podía mentirse.
Solo pensó en una cosa.
¿Dónde estaría ahora?
…
Mientras tanto en otro lugar…
Merybeth admiraba el video que había hecho de promoción para el artista Mackulay Carpenter.
Era su primera exposición, pintaba cuadros sobre paisajes de fantasía, y Merybeth grabó un video, logrando captar su esencia artística, con tan buena suerte que se volvió viral en redes.
Ellos quedaron tan complacidos con la agencia que, Jane supo que pronto estarían repletas de trabajo.
Merybeth ya estaba en el salón.
Todos admiraban el arte del joven talento.
Muchos querían comprar sus cuadros.
Había periodistas, influencers, fotógrafos, todos ahí siendo parte del momento.
Anne estaba ahí, estaba contratada para vender el arte de Mackulay.
Ella se alejó, negociaba con un cliente, y tras convencerlo para vendernos cuadros, lo envío con su asistente para hacer la compra.
Se detuvo a mirar los cuadros.
“Interesante forma de hacer arte, algunos pintan, otros cantan, bailan, y hay quienes traicionan tan bien, como si fuera la mejor obra de arte, ¿No lo crees, Anne?”
Anne se giró a verlo.
Se quedó perpleja cuando lo hizo.
Boquiabierta, dio un paso atrás.
Lo miró de arriba abajo.
“¿Sean Carson?”
Él sonrió.
“El mismo que conociste, querida”, dijo dándole la mano.
Ella la tomó con recelo.
Él besó su dorso como si fuera un caballero antiguo.
“¿Cómo es que estás aquí…?”, exclámalo titubeante.
“Me gusta el arte, eso es todo, te vi, y quise saludarte”.
Anne tragó saliva.
Poco a poco recuperó el control de sus emociones.
“Pensé que estabas aquí por mí”.
Sean rio un poco y luego la miró.
“¿Crees que eres tan importante?”
Ella miró sus ojos.
Le pareció que seguía siendo el hombre más guapo que sus ojos vieron.
Pero verlo tanto le causaba algo de vergüenza.
Ella lo había destrozado en el pasado.
“¿Cuándo saliste de prisión, Sean?”
“Ya ves, fui declarado inocente, no te preocupes, querida, no estás ante un asesino, aunque, presiento que lo sabes”.
“Nunca tuve que ver con eso, lo juro”, dijo con voz rápida.
“Claro, no tuviste que ver con el asesinato del pobre Rony Blas, pero, sí con mi destrucción; si te f%llaste a mi padre, en el granero.
Ella bajó la mirada.
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