Ámame maldito CEO -
Capítulo 12
Capítulo 12:
Ella observó las botellas que tenía de vino.
Pero ninguno le gustaba, hasta que vio una botella de whisky.
Entonces, se sirvió una copa.
De verdad la necesitaba.
Ella necesitaba sentirse fuerte, pero cuando siguió bebiendo recordó cosas tristes.
Todo lo malo que había pasado en las últimas horas, por lo que Merybeth siguió bebiendo.
Puso música y cantó en voz alta.
Pronto se puso ebria.
…
Cuando Sean Hyland abrió la puerta de su casa, y escuchó esa música se quedó perplejo.
‘¿Qué demonios ocurre aquí?’
Pensó.
Caminó para encontrar lo que pasaba, y entones, por fin vio a esa mujer.
Merybeth estaba bailando con gracia en medio del salón, con una botella de whisky en la mano, sus movimientos estrafalarios, cantando en voz alta, pero aquel baile casi podría rayar en lo ridículo y sensual.
Sean no pudo evitar mirarla de arriba abajo, pero, cuando una sonrisa casi se formaba en sus labios, la apagó por completo.
Luego apagó la música.
Ella le miró atónita.
“¡Pero…!”
Exclamó molesta.
“Pero, nada, ¡¿Qué es este escándalo en mi casa?!”
Sentenció severo.
“Es buena música, pero que vas a saberlo, Señor Antártida”.
“¡¿Cómo me llamaste?!”
Exclamó molesto.
Ella rio un poco.
“Su cena está lista, esta criada, le preparó risotto alla millanese, pero debe probarlo, porque es una comida deliciosa, un manjar”.
Él la miró severo, observando como ella caminaba a la cocina, tambaleándose como una veleta, ella puso en el horno la comida.
Luego la sirvió en un plato.
Por lo menos no derramó nada.
Sean Hyland estaba sentado frente a la mesa, observando el platillo bien decorado como si fuera todo un restaurante francés.
Merybeth le sirvió una copa de vino blanco y se la tendió.
“Deguste, por favor, quiero saber si le pareció algo delicioso”.
Sean tomó el cubierto y probó el fin, pero su gesto siguió tan serio.
Parecía que ninguna sensación, o pensamientos cruzara por su mente.
Merybeth parecía atónita.
Como si esperara él la felicitara.
Pero él solo siguió comiendo sin decir nada.
Ni una palabra.
Ella se quedó quieta.
Casi como congelada.
Trás unos bocados más él terminó de comer.
“Buenas noches”
Dijo Sean Hyland y solo subió la escalera.
Merybeth se quedó ahí.
Quieta.
Sola, con la mirada perdida.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Era su noche de bodas, pero su esposo ni siquiera le dijo si la comida era apetecible.
Las lágrimas estaban por correr por sus ojos y las detuvo.
Tragó saliva y corrió a seguir a Sean Hyland hasta su habitación.
Tocó la puerta y esperó que él le abriera.
Cuando lo hizo, ella lo miró bien.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar