Ámame maldito CEO
Capítulo 116

Capítulo 116: 

Tomó asiento frente a la mesa, y abrió aquella carta.

[Querido Sean Hyland: ¿No fue divertido el tiempo que duró? Ambos sabíamos que terminaría así, pero, los dos quisimos callarlo, yo no podría soportar tus raros juegos de poder, y era irme ahora, o que te atuvieras a que terminara haciéndote cenizas. Si, y no pongas esa cara de confusión, como si yo fuera una loca, y tú un viejo sabio, ambos sabemos que eres solo un hombre con una lápida de piedras del pasado sobre tu espalda, estás tan encorvado, que ni siquiera puedes distinguir el cielo, del suelo, pero, ¿Acaso yo tenía culpa de eso? Esta noche, y todas las que vengan, debes reflexionar sobre eso, ¿Qué culpa he tenido yo de todo tu odio? ¿Acaso fui yo quien abrió heridas en tu piel y no las curó? Jugué tu juego, pero, ¿Cómo podría tener una sola oportunidad de ganar? No contigo, cambiándome las reglas cada día; eso no es tan justo como tú lo crees]

Volteó la hoja y siguió leyendo lo que seguía.

[Querido Sean, ahora que me voy, lo veo todo muy bien, estás herido, pero, ¿No crees que he sido tu víctima, como fuiste tú, la victima de otros? Y, sí, ahora lo sabes, la chica que usó el vestido de novia, en el suelo, con tu nombre pintado en él, se ha marchado llorando durante el largo camino. Bien, ahora puedes agregar mi nombre a tu larga lista de traidores, que nunca pudieron entenderte, escribe mi nombre con rojo, y di que he sido cruel, porque en tu ego visceral, y en tu delirio de paranoia, yo he sido la peor villana. Ahora lo sabemos, es mala idea casarte con la primera loca ante tus ojos, es mala idea casarte con el primer hombre que te ofrece dinero, aunque estés sola en el mundo, aprendamos la lección, y juremos que, en otra realidad, correremos tan rápido, hasta jamás cruzarnos. Ahora lo veo todo tan bien, supongo que quien te lastimó tanto te dejó esos ojos cansados y sin vida, ¿Acaso pensabas hacer lo mismo conmigo, solo por venganza? ¿Querías quemarme? Bueno he tomado tu fuego, pero olvidaste que soy como el viento, ahora míralo arder, sí, me quemaré, pero, debiste saberlo, ¡Oh, debiste saberlo! Yo nunca ardería sola, ¿Dije que te amaba? Ahora te preguntas si eso fue real o no, pero yo estoy brillando como una estrella en tu triste y cruel ciudad, ahora las noches serán largas mientras te preguntas si te amé de verdad, nunca encontrarás la respuesta, debiste saberlo ahora pelea con mi fantasma mientras duermes, mientras yo, me arrepiento de ti, todo el maldito tiempo. Merybeth, Hansen»

Sean bajó la mirada.

Estaba en medio de las penumbras en esa habitación.

Cerró los ojos, y los abrió, mientras su mano arrugaba la carta, pero no la rompió.

Algo dolía en su pecho.

Pensó en ella, escribiendo esa carta.

Se preguntó si lloró mientras la escribía.

Y sí es así…

¿Cuánto lloró?

‘¿Cómo pudimos terminar de esta manera? ¿Cómo llegamos hasta aquí? Jamás pensé que todo se saldría de control, creí que… creí que se quedaría, creí que soportaría todo de mí, ¿Por qué lo creí? ¿Acaso quién puede soportar tanto desprecio y desamor? Ni yo lo toleraría, pero incluso ella soportó todo lo que pudo, ella golpeaba mi ego, quebrando la muralla en mi corazón, ¿Y en qué momento entró? ¿Por qué tuve que lastimarla así? Y ahora, solo siento que me he lastimado a mí mismo’

Sean bajó la mirada.

Sintió que no podía respirar.

Conocía esa sensación.

Era un ataque de ansiedad.

POV Sean:

Es una noche larga, es cierto.

Veo por la ventana y la lluvia de medianoche comienza a caer.

Las líneas de esa carta vuelven a mí, una y otra vez.

Es cierto que me preguntaré sobre tu amor, todo el tiempo.

Nunca pudiste entenderme, Merybeth.

Es cierto, no tenías opción, nunca te la di.

Cuando pude hacerte mía, dije que no.

¿Qué sentido tenía hacerlo?

Si fueras mía…

¿Podría dejarte ir?

No podría, casi me tenías encerrado en tu cárcel de amor, pero volé como un pájaro, tan rápido que no pudiste preverlo.

Debiste saber que alguien de corazón herido, solo podría lastimarte, debiste negarte a ser mi esposa.

A otra mujer yo le entregué el amor que tú me ofreces, y sin compasión destrozó mis sentimientos.

¿Puedes entenderlo?

No puedo darte amor, por eso odio tus besos, porque son peligrosos para mí, prefiero que te hayas alejado, quedarte hubiese sido mi condena.

¿Crees que no hubiese querido entregarme a ti?

Me hubiese entregado más que toda está oscuridad a la noche, te hubiera abrazado, hasta que me curarás con tus caricias mi alma rota, pero es imposible, es muy tarde para mí.

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