Ámame maldito CEO -
Capítulo 115
Capítulo 115:
Se sintió solo.
Se sintió helado.
Ella tenía razón.
Su corazón era de hielo, pero dolía.
Su mundo era como la Antártida, inhóspito, solitario, y duro.
‘¡Oh, Merybeth! ¿Era la Antártida un lugar solo para una persona? Tú te volviste mi compañía, ahora te fuiste, ahora está Antártida está vacía’
Sean bajó la mirada, un nudo estaba en su garganta, el mismo nudo que apresaba su corazón.
…
Merybeth bajó del taxi, lo pagó y miró su cartera.
No había mucho dinero en ella, la tarjeta de crédito, la había dejado ahí.
No tenía nada.
Se sentó sobre una banca.
Ahora ni un teléfono móvil tenía.
Antes pensó que eso era imposible de sucederle, pero la vida le había cambiado tanto.
¿Qué cosas peores podían pasarle?
Merybeth sabía que había peores cosas.
Por lo que… sonrió.
Sí, había algo peor que todo ese mal que ahora la hacía sufrir así que conservó la esperanza.
Limpió sus lágrimas, y tocó aquella puerta.
Bajó la mirada e incluso estar ahí, era un golpe en su orgullo, pero no tenía a nadie más en el mundo a quien acudir.
Jane abrió la puerta y frunció el ceño.
“Hola”.
“Merybeth, ¿Qué haces aquí a esta hora?”
“¿Estás ocupada?”
“¡Claro que no! Pasa, para ti nunca estoy ocupada, pero estoy angustiada por ti, ¿Qué pasó? ¿Por qué tienes tu maleta?”
“Dijiste que, sería buena idea que trabajara en tu empresa, ¿Lo recuerdas?”
“¡Tonta! Claro que lo recuerdo, claro que las puertas de mi agencia, siempre están abiertas para ti, pero no me mientas, dime lo que sea, él… ¿Él te dejo?”
“¡Oh, no! Parece como si todos me abandonaran, pero, esta vez, sí que no, lo he dejado yo, abandoné al Señor Hyland y su maldita amargura en su casa, no volveré, me preguntaba si…”
“Claro que te puedes quedar aquí”
Dijo Jane adivinando su pensamiento.
“¿Estás bien?”
Dijo tomándola de los hombros.
Merybeth desvió su mirada.
Si veía su rostro, sabía que no resistiría y se echaría a llorar.
“Bueno, ahora me siento algo triste, no mentiré, pero, estoy bien”.
“¿Qué fue lo que pasó? Seguro de que fue mi culpa, por mis malos consejos”.
“No, no fue tu culpa, fue la mía, por creer que podía descongelar un frío corazón, Sean Hyland está muerto en vida, y cuando lo descubra, será más triste de lo que es ahora, pero olvidémonos de hombres necios, ahora solo puedo mirar algo que me encanta”.
Jane hizo un gesto de duda.
“¡Tengo mi libertad!”
Exclamó Merybeth sonriente, aún con los ojos cubiertos de lágrimas.
“Y eso es algo que él nunca pudo comprar”
Sentenció con melancolía.
…
Sean caminó a la alcoba de Merybeth.
La encontró… hecha un desastre, y observó el vestido de novia tirado sobre el suelo, estaba totalmente destruido, incluso ella había escrito su nombre, al lado de palabras altisonantes con un labial rojo.
Observó la tarjeta de crédito en la mesa de noche, y ahí, también estaba una carta.
Él se acercó despacio.
La tomó, tenía unas letras escritas.
[Señor Antártida]
Sean hizo una mueca de dolor.
De pronto, sintió que aquello era un golpe de realidad.
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