Ámame maldito CEO
Capítulo 104

Capítulo 104: 

“Si quisiera tener se%o, vendría a ti pero, no quiero nada, eso es todo”.

Ella caminó hacia él.

Su mirada parecía tan triste.

Él sintió que no podía siquiera moverse.

Aunque quería huir, ella tocó su rostro con su mano.

“¿La rechazaste por mí?”

Sean sintió que esa simple caricia en su mejilla, era capaz de enviar placer a cada parte de sus sentidos.

Estaban tan cerca.

Demasiado cerca.

Podía sentir su cálido aliento.

Podía sentir que lo controlaba como si ella fuera una dr%ga.

“¿Qué haces? No…”

Su voz se volvió débil.

Ella acunó su rostro besó sus labios.

Fue un dulce roce, pero él la detuvo.

La alejó un centímetro de él.

Su mirada la devoraba de deseo, y ella correspondía.

Notaba que él tenía las mismas ganas que la dominaban a ella, y de pronto él la besó.

No con suavidad, sino con urgencia, con pasión.

Estaba devorándola, como si fuera la última vez.

Sean detuvo el besó.

Sentía que su cuerpo estaba a merced de ella, que su er%cción crecía queriendo explotar.ñ

Acarició su rostro, mirándola con ojos nublados, brillantes.

Por un instante no dijeron nada.

Solo se miraron.

Había algo en la mirada.

Algo que les decía que no era la primera vez que estaban así.

“Merybeth…” dijo con la voz ronca.

“Por favor, ahora no, estoy cansado”.

Pudo ver su gesto de decepción.

“No iba a rogarte”

Dijo con algo de orgullo, levantado su barbilla.

Él sonrió, y de pronto la cargó en brazos.

Ella se sorprendió de su actuar, y la llevó hasta su habitación.

“¿Qué haces aquí, Señor Antártida?”

“¿Dormir?”

Exclamó cuando la puso sobre su cama.

“¿Ahora podré dormir en su cama?”

Exclamó con duda.

Él sonrió y asintió.

Ella se puso de pie y comenzó a saltar sobre ella.

Él rio un poco al verla, y caminó cambiándose.

“¿Qué hace? ¿Mostrará carne ante los hambrientos?”

Él no pudo evitar reír.

“¡Ya basta!”

Exclamó con falso enojo.

“Te prometo que, si me dejas en paz, te voy a contar una historia”

Ella le miró con ojos sorprendidos.

“¿El Señor Antártida me contará un cuento para bajarme la calentura? ¡Vaya! Eso sí que es novedoso”.

Merybeth cayó sobre la cama y dejó de comportarse mal, mientras Sean estaba en el cuarto de baño.

Ella fue por su camisón y se cambió.

Cuando Sean salió de la cama, la encontró sobre la cama.

Él la miró bien.

Luego se recostó del otro lado de la cama, pero ella gateó hacia él y se acurrucó a su pecho, la sensación de su tibió cuerpo, era como una tortura para sus deseos.

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