Alquilando una mamá -
Capítulo 79
Capítulo 79:
Al amanecer, Amanda sintió el roce de una mano grande y fuerte que le recorría el cuerpo, luego subía a sus senos y los apretaba. Sintió besos calientes en el cuello y por toda la piel. Se estaba acalorando y empezó a jadear, anhelante. Un hombre se presionó contra ella desde atrás y la besó por todas partes, mientras que disfrutaba de las sensaciones y se entregaba al placer. De pronto, la invadió una oleada de calor y se sentó en la cama, miró alrededor y se dio cuenta de que solo había sido un sueño. No podía creer que le hubiera pasado algo así. Anthony se despertó también por el movimiento y vio que estaba avergonzada.
“¿Qué pasó, amor? Estás sudando”.
“Nada, solo fue un sueño. Voy al baño” respondió. Después fue rápido a encerrarse en el baño y se lavó la cara, el cuello y los brazos. Tenía el cuerpo caliente y el corazón acelerado y, cuando miró su ropa interior, se dio cuenta de que estaba mojada otra vez. Luego de un rato encerrada, volvió a la cama y Anthony ya estaba dormido, así que se acostó y trató de dormirse.
Al día siguiente, él se despertó y vio a Amanda dormida. Todavía era temprano, pero la despertó porque tenían que llevar a Lucy a la escuela e ir a casa a arreglarse.
“Buenos días, mi amor” dijo.
“Buenos días”.
“Levantémonos, que tenemos que ir a casa”.
“Está bien”.
Se levantaron con pereza y se asearon; después Amanda se cambió y fue a la habitación de Lucy a despertarla. La nena la miró con una cara de sueño adorable.
“Mamá, no quiero” protestó.
“Cariño, tienes que ir a clases, vamos”.
“¡No!”
“Si te dejara quedarte en casa cada vez que no quieres ir, nunca asistirías a clases” bromeó Amanda. Después buscó ropa en el armario, la dejó sobre la cama y llevó a Lucy al baño. Cuando estuvieron listas, bajaron a la sala a desayunar con los demás.
“Buenos días” saludó.
“Buenos días, Amanda. Qué cara de sueño” dijo Sabrina.
“Tengo un poco de sueño todavía”.
“Siéntate a tomar un café”.
“Amor, ya subí todo al auto” informó Anthony. Buenos días, hija.
“Papá, no quiero ir a clases” protestó la niña.
“Te estás volviendo perezosa. Si te hiciéramos caso, no irías nunca al preescolar” respondió él.
“Yo dije lo mismo” dijo Amanda.
“Tienes que ir a la escuela para aprender”.
“Que papá tan aburrido el tuyo” comentó Sabrina.
“Tú eras igual” le recordó su hijo.
“¡Es verdad!” coincidió Geoffrey.
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