Alquilando una mamá -
Capítulo 20
Capítulo 20:
Luego de un rato, Anthony mira a Amanda y le dice:”
“Te quedaste con Peter ayer, ¿No?”
“No”.
“Te vi besándolo cerca del baño” la acusó.
“Negativo. Él me besó por sorpresa” contestó ella, irritada.
“Y te gustó.
“Yo no dije eso”.
“Bueno, pero durante el juego de la botella, siempre jugaban entre ustedes”.
“Porque los demás ya estaban emparejados, así que no quería estorbar” explicó.
“No era mi caso”.
“Eso es diferente”.
“¿Por qué?”
“Es… eres mi jefe, así que no podemos involucrarnos” dijo exasperada.
“Entonces no me besarías, pero sí a alguien que ni conoces”. La desafió con la mirada.
“Creo que el vino nos está poniendo los pelos de punta”.
“No cambies de tema.
“Firmé un contrato, ¿No? ¿Cuáles eran las cláusulas?” Lo miró a los ojos. Además me dijiste que no me atreviera a hacer nada para no avergonzarte. Eres mi jefe, por lo que no podemos tener ningún tipo de relación”.
“Me acuesto con muchas mujeres y eso no implica que haya algo distinto con ellas. Olvídalo, está bien. Ni siquiera sé por qué dije eso. Lo siento por ser pesado” dijo con irritación”. Pero recuerda que, sin importar qué diga el contrato, las reglas se hicieron para romperse”.
“Yo no soy como esas mujeres, y las reglas, para mí, se hicieron para seguirlas”.
“Está bien, como digas”.
“Creo que mejor me iré a dormir” suspiró ella.
“Terminemos el resto del vino y luego te vas”. Él No dejó lugar a discusión y volvió a llenarle la copa. La chica se mordió el labio y, por fin, asintió. ¿Amanda?”
“¿Qué?”
“Cuando dijiste que no querías a ningún hombre en tu vida, ¿Fue porque te traicionaron?”
“Si ese hubiera sido el caso, habría sido mucho más fácil” respondió con amargura.
“¿Quieres hablar al respecto?”
“No”.
“Está bien, entiendo”. Se moría de curiosidad, pero decidió respetar su decisión.
“¿A qué hora salimos mañana?” preguntó de repente.
“Después del almuerzo”.
Bebieron el resto del vino en silencio y pensativos hasta que Amanda le pasó su copa a Anthony y él la colocó sobre la mesa de café.
Al levantarse, la joven se trastabilló, pero su jefe llegó a agarrarla justo a tiempo de la cintura. Sus rostros estaban muy cerca el uno del otro, pues ella se estaba sosteniendo del cuello de él y lo miraba a los ojos, nerviosa.
El hombre le devolvió la mirada; no quería soltarla, pero ninguno de los dos sabía qué hacer. En menos de un segundo, le miró los labios y la besó. Amanda quedó paralizada de inmediato ante la sorpresa, mientras que Anthony le pidió paso a su lengua, pero ella no abrió la boca.
Tras insistir, la chica terminó cediendo, por lo que él la besó lento y profundo. En el entretanto, el hombre la enderezó porque estaba inclinada hacia atrás para sostenerla firmemente de la cintura y la nuca.
Por la diferencia de altura, ella no pudo evitar ponerse de puntitas de pie y Anthony enseguida la trajo hacia él, pegando sus cuerpos, lo que la llevó a dar un gem!do en medio del beso.
Él se detuvo en cuanto la escuchó y pegó su frente contra la de ella, mirándola a los ojos.
“Esto no puede haber pasado” balbuceó Amanda.
“No pienses en reglas ahora. Los dos lo queríamos, y yo te besé primero”.
“¿Por qué hiciste eso?” exclamó alejándose de él. Solo me humillaste, ¿No tienes vergüenza?”
“Ya sé que a veces soy insolente. Lo siento ¿Sí? Pero este beso no dejará un ambiente extraño entre nosotros ni causará nada. Conozco las reglas del contrato, pero no te preocupes”.
“No lo hagas más”. Estaba furiosa. Olvidemos lo que pasó, solo fue un error”.
“¿Cómo? ¿Qué quieres decir con que besarte fue un error?” replicó indignado.
“¿Quieres que me enamore de ti o qué? No todas tienen esa intención contigo”.
“No estoy hablando de eso. Olvídalo. Mejor olvídalo, nunca debí haber hecho eso”.
“Estoy de acuerdo. Fue el efecto del alcohol, nada más” sentenció.
La chica pegó media vuelta y se apresuró a subir las escaleras. Anthony se quedó en la sala, con un odio profundo a sí mismo brotándole en la sangre. Llegó un punto en que no pudo contener más la ira, por lo que tiró la botella de vino al piso y fue a su habitación a darse una ducha fría para intentar calmarse. Al terminar, se acostó a dormir. Amanda, por su parte, se acostó ni bien había llegado a su a la habitación. La cabeza le daba vueltas pensando en lo que había sucedido: el beso le pasó por la mente como un relámpago y ella se limpió la boca con la mano para quitarse la sensación. Entonces se le estremeció el cuerpo y comenzó a llorar.
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