Alquilando una mamá
Capítulo 19

Capítulo 19:

Como ya habían comido tanto durante la fiesta, solo sirvieron pescado con arroz y ensalada, nada muy pesado. Al terminar, se dirigieron a la sala. Lesly y Dylan se fueron, pero el resto se quedó hablando mientras que Lucy se acostó sobre el regazo de Amanda, mirando dibujos hasta que se quedó dormida. Anthony la tomó en sus brazos y la llevó al dormitorio, así que la joven permaneció en la sala con los padres de su jefe, quienes decidieron irse a dormir unos minutos después. La chica estaba a punto de irse a su habitación cuando apareció Anthony con dos copas y una botella vino.

“¿Te quedas?” preguntó él.

“No creo que sea apropiado. Mejor me voy a dormir”.

“No pasa nada, Amanda” insistió. “Una copa de vino y unos minutos de relajación te vendrán bien”.

“De acuerdo” suspiró ella, retomando su asiento en el sofá. manteniendo cierta distancia, él se sienta a su lado y le entrega una copa.

“¿Qué tal si nos conocemos mejor?” propuso con una sonrisa.

“Ya nos conocemos” dijo ella, sin entender. Anthony pensó que lo estaba cargando.

“Hablo de tu historia de vida, Amanda.

“No tengo nada que decir al respecto”.

“¿Por qué mientes? Aunque no nos veamos mucho, me doy cuenta cuándo dices mentiras”.

“Son todas cosas aburridas de las que no me gusta hablar” explicó ella, indiferente”.

“Entiendo”. Tomó un sorbo de vino”. ¿Qué piensas de Est$dos Unidos?”

“Por ahora, lo estoy disfrutando. Pero no salgo mucho, así que no tengo una opinión formada”.

“Cuando lo conozcas más, de seguro te gustará”.

“Eso espero”.

“Dijiste que te ibas a quedar aquí permanentemente, ¿No?” preguntó con tono casual. Ella asintió con la cabeza y tomó un poco de vino”. ¿No extrañas tu país?”

“No”.

“No eres de hablar mucho, ¿Cierto?”

“No es eso. Es que me pregunta por cosas de las que no quiero hablar” explicó con amabilidad.

“Está bien” contestó él, apretando los labios”.

“Bueno, hábleme de usted entonces, ya que yo no tengo mucho para decir sobre mí”.

“De acuerdo. Manías, gustos, ¿Qué quieres saber?” dijo con una sonrisa.

“¿Cómo llegó a ser tan exitoso?”

“Estudié mucho, pero mucho. Fui a la escuela de negocios y también empecé Derecho. No terminé la universidad, pero estudié sin descanso ambas áreas e hice hincapié en las leyes, lo que me ayudó a saber qué podía hacer y qué era posible. Mi padre ya tenía la empresa porque era de mi abuelo, así que se retiró cuando vio que yo estaba preparado y bien entendido en el tema.

“¿Qué edad tenía cuando se hizo cargo de la empresa?”

“Te dije que no me trataras de usted, Amanda” le recordó, taciturno. Ella lo consideró. Me hice cargo cuando tenía veinte años y todavía estoy ahí”.

“Guau, impresionante”. La joven sonrió, intrigada.

“Sí. Le dedico mucho tiempo para que continúe siendo una de las mejores” dijo con orgullo.

“Me lo imagino”.

“¿Nunca quisiste iniciar tu propio negocio?”

“No. Antes quería ser doctora, pero terminé estudiando enfermería. La medicina solo sirve si tienes dinero”.

“No es así”. Frunció el ceño, extrañado.

“Usted lo dice…” Se interrumpió, recordando lo que él le había pedido”. Lo dices porque tienes dinero”.

“¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?”

“Salir, ir al cine, fiestas, bares, discotecas, ir de compras…”

“Veo que te gustan esas cosas. Primero el club y ayer la piscina.

“Sí, disfruto hacer esas cosas. Me gusta divertirme y poder bailar. La música me hace feliz, pero no es que solo me gusta salir a la discoteca; hay días en los que no cambio mi casa por nada” explicó. Él asintió y tomó un sorbo de vino”. ¿Y tú?”

“Tenemos los mismos gustos. Creo que se nota que soy fanático de salir y beber con mis amigos. Si alguien me pide que vaya a un bar a tomar una copa, voy. Antes no era así, pero ahora lo soy y no creo que esté mal”.

“Es bueno tener libertad, ¿No?”

“No salí durante unos años y pensé que ya no me gustaría; pero, gracias a Dios, fue todo lo contrario.

“¿Dejaste de salir cuándo te casaste?”

“Exacto” respondió él. Parecía molesto.

“Entiendo”. La joven bebió un poco de vino. El aire se había vuelto algo tenso y melancólico entre ellos, por lo que se quedaron en silencio unos minutos.

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