Alquilando una mamá
Capítulo 113

Capítulo 113:

A pesar de que seguían pasando las horas, Anthony continuaba sin comer, beber ni hacer otra cosa más que estar pendiente de Amanda. Por eso, su madre decidió llevarle un café a la habitación. Él tomó un poco y siguió mirando a su amada. De repente, notó que ella había movido los dedos y enseguida empezó a gimotear como si algo le molestara, pero mantenía los ojos cerrados. Su novio se asustó al ver que la chica comenzaba a agitarse cada vez más, por lo que Geoffrey fue a llamar al médico, mientras Sabrina intentaba contener a su hijo.

“Sosténgala. Está teniendo un ataque de pánico, probablemente por haberse ahogado” explicó el médico apenas entró. “Amanda, ¿Me oye?” dijo examinándola. “Siga mi voz, Amanda. Soy el Doctor Brown y estoy aquí para ayudarla. Mantenga la calma, su familia también está aquí”.

“¿Qué pasa que no reacciona?” preguntó Anthony.

“No le puedo estar dando muchos tranquilizantes por su estado delicado, así que tiene que despertarse. ¿Alguien quiere venir a hablar con ella?”

“Yo” dijo el novio de inmediato.

“No. Ustedes se pelearon, va a ser peor. Voy yo”. Cindy se acercó a la cama y tomó la mano de su amiga. Le acarició el rostro y le habló en voz baja: “Amanda, no pasa nada, tranquila. Estoy aquí contigo y no te soltaré la mano. Pareció que eso no fue de ayuda, pues la respiración de la chica se aceleró y empezó a lloriquear más fuerte. Cálmate, soy yo, Cindy. Estás teniendo un mal sueño, nada más. Toma mi mano, amiga, y abre los ojos. Todo está bien aquí; te estoy abrazando”.

Amanda apretó con fuerza la mano de Cindy y se fue calmando hasta que, al cabo de unos minutos, abrió los ojos y vomitó un chorro de agua. El médico agarró una palangana que tenía al lado y la colocó en el regazo de la paciente. Al terminar, la chica estaba respirando con dificultad, sus ojos lagrimeaban y estaba mirando a todos desconcertada. Como se oía un silbido cuando respiraba, el médico la examinó con el estetoscopio.

“Soy el Doctor Brown. Usted está en el hospital, pero todo está bien. Se ahogó y tuvimos que ponerle un drenaje para sacar el agua de sus pulmones. ¿Siente algún dolor?”

“Sí” respondió con la voz baja y ronca.

“¿Dónde le duele? ¿Puede mostrarme?” preguntó el hombre. Ella señaló el lado izquierdo del pecho, la cabeza y la garganta.

“Bien, eso se debe a la falta de oxígeno. Ahora está recibiendo oxígeno para ayudarla a respirar bien, así que le pondré esta máscara. No se esfuerce demasiado”.

“Todo va a estar bien, amiga. Ahora estás mejor y todos estamos aquí contigo” sonrió Cindy, con lágrimas en los ojos.

“Cariño, por favor, dime algo” suplicó el prometido de la joven.

“Saldrás de esta, querida” acotó Sabrina con una sonrisa.

“¿Quién es?” preguntó Amanda, mirando a Anthony.

“¿Qué quieres decir con eso? ¿No me recuerda? Deja de bromear, amor”.

“Cindy, ¿Quién es él?”

“Amiga, ¿En serio no te acuerdas?” La pobre chica negó con la cabeza, confundida. “Es tu prometido”.

“¿Qué? No… no los conozco… sácalos” balbuceó.

“¿Qué quiere decir que no se acuerde, doctor? Quiero una explicación. ¿Cómo es que mi novia no recuerda quién soy?”

“La falta de oxígeno le pudo haber afectado el cerebro. Casi muere en varias ocasiones, Señor Collins, es lógico que esté desorientada. Pero no se preocupe, pronto irá recuperando la memoria y estará bien” aseguró el médico. “Mañana por la mañana le vamos a hacer unas pruebas para ver cómo evoluciona. Presionarla podría empeorar el cuadro y ocasionarle otro ataque, así que no lo hagan”.

“Entendido, doctor” contestó Sabrina.

“Ahora le voy a suministrar un fármaco para que pueda descansar” le dijo a Amanda. “Es muy común que los pacientes no se acuerden de ciertas cosas tras una experiencia traumática. Solo trate de descansar y mañana los recordará”.

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