Alquilando una mamá -
Capítulo 111
Capítulo 111:
Pasaron las horas y Anthony llamó a Esther para saber si Amanda había vuelto a casa, pero ella no sabía nada. Por su parte, Cindy llamó a su vecina, que tampoco la había visto. Llamaron al teléfono de Amanda innumerables veces sin éxito, pues no contestaba. Mientras tanto, Anthony caminaba de un lado para otro, consumido por la desesperación: de a ratos lloraba, gritaba, se peleaba con los demás o rompía cosas.
Amanda se quedó en la playa mirando el mar hasta que oscureció, estaba tan paralizada que se quedó en la misma posición durante horas. Con el anochecer, la marea empezó a subir y el agua ya le llegaba a la cintura, pero no podía hacer otra cosa más que contemplar la infinitud del océano. Miles de pensamientos le rondaban por la cabeza, mas el recuerdo de Lucy le hundía el corazón de una manera que no se comparaba con nada. A causa del frío y del estrés, la joven terminó perdiendo las fuerzas y se desmayó, por lo que las olas la sumergieron por completo.
Anthony seguía tratando de llamarla sin éxito alguno, pues parecía que el teléfono de la chica estaba descargado. Sin embargo, a los pocos minutos sonó su teléfono y, cuando vio el nombre en pantalla, era el de su prometida.
“Amor, gracias a Dios. ¿Dónde estás?” contestó de inmediato.
“No habla ella” respondió una voz desconocida al otro lado de la línea. Encontramos este teléfono en su ropa, así que llamamos a este contacto. Están llevando a la chica al hospital. ¿Podría venir?
Anthony dejó caer el teléfono, y Sabrina lo recogió rápidamente. Él estaba en estado de shock, tirado en el pienso y llorando en silencio”.
“¿Hola? ¿Amanda?” dijo su madre.
“Hola. ¿Alguien va a ir al hospital con ella?”
“¿Qué pasó? ¿Qué hospital?” preguntó la señora, alarmada.
“La están trasladando al hospital central. Vimos que la estaba llevando el mar y llamamos una ambulancia. No sabemos en qué estado está, pero creo que no tenía pulso porque se la llevaron a toda prisa”.
“Gracias. Ahora iremos para allá”. Cortó la llamada y sintió que le bajaba la presión. Ken la tomó en sus brazos y la ayudó a sentarse en el sofá mientras Cindy le daba un vaso de agua.
“¿Qué pasó? Por favor, Sabrina, diga algo” murmuró la chica, desesperada.
“Amanda estaba en el mar y la rescataron sin pulso” respondió con la voz entrecortada.
“¡No!” Cindy pegó un alarido desgarrador”. ¡No, Amanda, por favor, no!”
“¡No, madre, no puede ser! ¡No puede estar muerta!” gritó Anthony antes de salir corriendo hacia el coche.
Su madre lo siguió para subir con él, le dio la dirección y se dirigieron a toda prisa al hospital. Al llegar allí, se apresuraron camino a la recepción, pero no había nadie registrado con ese nombre, por lo que Anthony recorrió enajenado cada habitación y cada piso para encontrarla. A pesar de que los guardias de seguridad intentaron detenerlo, no tuvieron éxito y, finalmente, el joven halló a su amada, que estaba siendo atendida por unas enfermeras. Cuando la vio, corrió hacia la cama por más de que el personal intentó contenerlo y terminó empujando a todos. Con manos temblorosas, sostuvo el rostro pálido y frío de su prometida.
“Amor, háblame. Cariño, no me dejes. Por favor, Amanda, no me dejes” musitó entre sollozos.
“Señor, tiene que alejarse de ella, ¿Cómo entró aquí?” dijo un médico en cuanto entró a la habitación.
Los guardias de seguridad del hospital llegaron e intentaron apartar a Anthony; sin embargo, en ese momento, las máquinas empezaron a hacer ruido y el médico corrió hacia la paciente, empujando al joven a un lado. Su novio gritó desesperado, llamándola, y el pulso de la chica se estabilizó. Los guardias lo sacaron de la habitación mientras el médico revisaba a Amanda. Al ver a su hijo, Sabrina se acercó y él fue a su encuentro para abrazarla con fuerza.
“Ella no puede morir, madre. No puede”.
“No lo hará hijo, ten fe”.
“Casi se muere, mamá. Escuché los aparatos. No se puede ir así como así, mamá. Por favor, dime que no me abandonará”.
“Cariño, deja que los médicos la cuiden. Todo estará bien y ella se recuperará, te lo prometo. Amanda es fuerte y estará bien”.
Se quedaron sentados en la sala de espera, aguardando noticias. Geoffrey, Ken y Cindy llegaron más tarde para hacerles compañía, aunque todavía no había novedades de la chica. Al cabo de unas horas, el médico salió de la habitación y Anthony se levantó rápido para dirigirse hacia él.
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