Alquilando una mamá
Capítulo 110

Capítulo 110:

Cuando vio a Anthony, que estaba en el agua con Ken, se acercó al borde para quitarse el anillo del dedo, sin apartar la mirada de él, y tirarlo a la piscina antes de salir corriendo hacia la playa. El joven no entendía nada, pero se precipitó a tomar el anillo y salir del agua lo antes posible.

“¿Qué demonios?” murmuró Ken.

“¡Amanda! ¡Amanda, vuelve aquí!” gritó Anthony.

“¿Qué pasó? ¿Qué hiciste, Anthony?” preguntó Cindy, alarmada.

El joven salió corriendo detrás de su novia; sin embargo, la había perdido de vista. Mientras tanto, las piernas de Amanda no paraban de avanzar a toda velocidad. Estaba tan conmocionada que no le importaba si las lágrimas le estaban empapando todo el rostro. Al llegar a la acera, vio un taxi, al que se subió de inmediato, y le pidió que la llevara a una playa lejana. Era tal la magnitud de sus sollozos que el conductor le dio un poco de agua y un pañuelo cuando estacionó en un lugar.

“Señorita, necesito saber a dónde quiere ir. ¿Está bien?”

“Puede dejarme aquí mismo, señor”.

Estaba vestida con la ropa que había usado para ir a la playa en la mañana, así que, por suerte, tenía algo de dinero en el bolsillo de los shorts y pudo pagar el taxi. Cuando se bajó, se dirigió a la orilla y se sentó allí, sin importarle si el agua le empapaba los pies. Se abrazó las rodillas y apoyó la cabeza sobre los brazos mientras sollozaba sin consuelo.

Anthony siguió buscando a Amanda, pero no logró encontrarla. Regresó a la casa después de algunas horas, y todos se acercaron para tratar de entender qué había pasado. Joy también estaba allí y tenía un corte en la boca, por lo que su jefe, al darse cuenta, se le acercó, la agarró del cuello y la tiró contra la pared.

“Me dices ahora lo que hiciste o te mato” la amenazó entre dientes.

“¡Anthony, suéltala!” suplicó su madre.

“¿Qué te pasa, hijo?” exclamó Geoffrey.

“¡Empieza a hablar, p$rra!”

“No pue… no puedo respirar” susurró la chica.

Él la soltó y puso las manos sobre la pared, a cada lado de la cabeza de Joy. La miró a los ojos con una furia asesina, lo que llenó de miedo a la criada porque nunca lo había visto así. Anthony golpeó la pared con impaciencia y la asustó.

“¡Confiesa! ¿Qué hiciste? ¡¿Dónde está Amanda?!”

“No sé. Me golpeó porque se enteró de que estuvimos juntos y se escapó” contestó la muchacha, aterrada.

“¡Nunca estuvimos juntos! ¡Nunca me acostaría contigo! ¡Sabes lo que hiciste, así que lávate la boca antes de decir que estuve contigo!”

“Tranquilo, Anthony. Pegar o gritar no traerá a Amanda de vuelta” dijo Geoffrey intentando calmar a su hijo.

“¡Qué mi$rda! ¿Cómo voy a quedarme tranquilo si mi prometida se fue? Por segunda vez me quedé solo, ¡¿Cómo quieres que me calme?!”

Invadido por la furia y la angustia, el joven empezó a romper todo lo que encontraba a su paso. Todos se asustaron al ver su reacción, pero Sabrina se acercó para abrazarlo y pedirle que se tranquilizara. De a poco, él le devolvió el abrazo y se arrodilló en el piso, llorando.

“Bueno, les dije que esa chica me daba mala espina. Si Anthony estaba mintiendo, ¿Cómo fue que Amanda se enteró? Llevó a Lucy a dormir y bajó alterada, así que algo pasó, ¿No creen?” chilló Cindy, confundida y molesta por la situación.

“Amor, ya no compliques las cosas” dijo Ken.

“No, no vengas a pedirme que me calme porque ya me arde la mano por las ganas de pegarle a esa chica. ¿Pueden ver que Amanda terminó envenenada por esa serpiente?

Anthony se levantó y se secó las lágrimas. Cuando miró a Joy, ella tembló de miedo.

“Solo saldrás de esta casa cuando encuentre a Amanda. Quiero escuchar de su boca lo que hiciste, así que reza para que la encuentre porque, si no, tu futuro está en mis manos” la amenazó con tono gélido.

Todos miraron a la criada mientras él se dirigía a la puerta para volver con dos guardias de seguridad, que la llevaron a una habitación y se quedaron allí custodiando el acceso. Luego, Anthony tomó su computadora portátil y se sentó en el sofá.

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