Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 908
Capítulo 908:
Por primera vez, Katie había sentido un profundo temor hacia Mitchel, alguien a quien antes consideraba demasiado débil para temer. Su dominio de la situación se estaba desvaneciendo poco a poco.
La mente de Katie se agitó. ¿Qué más no sabía de él? Intentó reírse. «Mitchel, estás bromeando, ¿verdad? Estás bromeando…»
Los ojos de Mitchel eran fríos y su voz grave cuando respondió: «No bromeo. Querías que le diera una explicación a tu querido hijo, ¿verdad?».
«Raegan se va de Ardlens y nunca volverá. ¿No es suficiente explicación?». preguntó Mitchel, sus palabras calaron hasta los huesos.
Katie se quedó callada. Sintió un escalofrío en las palabras de Mitchel, intuyendo que la mataría sin dudarlo si se quejaba. Sabía que su plan para que Raegan abandonara Ardlens era protegerla. Pero no era tan tonta como para decirlo en voz alta, sabiendo que Mitchel no era una persona a la que se pudiera llevar la contraria.
Katie enmascaró su miedo con obediencia, afirmando: «Lo que tú digas».
La sonrisa de Mitchel era cálida, pero sus ojos revelaban un destello de peligro, como una espada preparada para atacar. «Katie, si hubieras sido tan obediente en el pasado como lo eres ahora, tal vez habrías disfrutado de una mayor libertad», dijo, sus palabras atravesándola como una daga.
Katie no comprendió del todo las palabras de Mitchel, pero el frío escalofrío que le recorrió la espina dorsal le dijo que estaban lejos de ser agradables. Su miedo era palpable cuando preguntó, con voz temblorosa: «Mitchel, ¿qué vas a hacer?».
Su pregunta no tardó en encontrar respuesta cuando se dio cuenta, horrorizada, de que no se trataba sólo de su imaginación.
Cuando la luz de arriba iluminó sus hermosas facciones, el reflejo de Mitchel parecía frío y duro. Sus palabras parecían llevar un frío glacial. «Katie, he intentado que lo entiendas, pero eres demasiado terca para verlo. Si ni siquiera puedes esperar unos días, entonces…»
Su mirada se volvió gélida como el hielo, sin dejar lugar a la compasión.
«Permanecerás aquí hasta la boda. Tómate un tiempo para descansar y reflexionar». Su frase pareció cerrar la puerta a cualquier esperanza de negociación.
El rostro de Katie se retorció de asombro e incredulidad. Su intención de confinarla estaba clara como el agua, y gritó: «¡Mitchel, soy tu futura esposa, no tu prisionera! No tienes derecho a encarcelarme. Si lo haces, me negaré a casarme contigo».
Katie pensó que había jugado su baza. Empezó a darse cuenta de que sus anteriores esfuerzos por controlar a Mitchel habían sido un gran error.
Hombres del calibre de Mitchel, dotados de una notable competencia y una naturaleza decidida, nunca serían controlados por nadie, y mucho menos por ella.
Katie se dio cuenta tardíamente de la gravedad de sus intentos de manipular a Mitchel al subestimar la profundidad de su astucia, un precio más allá de sus capacidades para manejarlo.
Mitchel se irguió, con la mano en el bolsillo y un aura de poder a su alrededor. «Cuando tuviste la oportunidad de poner fin a nuestro acuerdo, no quisiste. Ahora, ya no hay oportunidad».
Su sonrisa encerraba un misterio mientras continuaba: «Sé la novia perfecta, ¿vale?».
Tras pronunciar esas palabras, Mitchel se marchó con un propósito, dejando a Katie reflexionando sobre su destino.
Katie intentó levantarse e ir tras él, pero en cuanto apoyó el peso en las piernas, se desplomó en el suelo con un fuerte golpe. Su recuperación del aborto no había sido tan completa como pensaba, y ahora sentía como si le hubieran partido el trasero en dos.
Apretando los dientes por el dolor, Katie se arrastró hacia la puerta, sólo para encontrarla cerrada. Por más que aporreó o suplicó, no obtuvo respuesta del otro lado.
Mitchel había atrapado a Katie en la sala, como si fuera una prisionera.
Débil y agotada, Katie se arrastró lentamente de vuelta a la cama, incapaz de descansar, pues la rabia que sentía en su interior la mantenía despierta.
La visión del grotesco niño, su rostro sin nariz ni boca, le producía escalofríos.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar