Capítulo 907:

«¿Qué quieres decir con “descansar”?». Katie estalló de rabia.

«He perdido a mi hijo. ¡Estoy destrozada! Me debes una explicación!».

Mitchel esbozó una leve sonrisa desdeñosa. «¿Devastada? Si estás realmente devastada, ¿por qué no ves a tu hijo?».

Katie se quedó atónita ante la mención de ver a su hijo. Pensó que su hijo había desaparecido.

Antes de que Katie pudiera comprender lo que ocurría, Mitchel dio una palmada, indicando la entrada de Matteo.

Matteo llevaba una pequeña caja envuelta en negro, lo que provocó el pánico en Katie, que esperaba nerviosa la revelación del misterioso contenido.

Las manos de Katie temblaban de miedo mientras gritaba a Matteo que se mantuviera alejado.

Sin embargo, como sólo recibía órdenes de Mitchel, Matteo ignoró sus súplicas y siguió adelante. Colocó la caja frente a Katie, levantó la tela y reveló su contenido a pesar del miedo de Katie.

La habitación quedó en silencio por un momento, tras lo cual Katie lanzó un fuerte grito. Se asustó al ver el contenido de la caja.

Era más que horrible. En lugar de un bebé normal, parecía una criatura de pesadilla. Tenía cuatro patas, ocho dedos, no tenía nariz ni boca y nunca podría respirar por sí mismo.

Era evidente que Katie conocía la deformidad del niño desde el principio. Su miedo inicial se convirtió en repugnancia al recordar las detalladas exploraciones que habían mostrado la horrible forma del bebé.

Katie había sido consciente desde el principio de que su hijo no era humano. Los médicos creían que el uso de medicamentos hormonales por parte de Katie para mantener su belleza durante el embarazo era probablemente la causa de la deformidad del niño.

A pesar de las palabras de los médicos, Katie siguió tomando medicamentos hormonales, incluso en dosis mayores, todo por el vano intento de tener buen aspecto. Nunca le importó el niño que llevaba en el vientre, pues sabía que el padre era Abel. Su vanidad pesaba más que su preocupación por el bienestar del niño, y éste sufrió una mutación genética debido a la exposición al mercurio de los medicamentos. Esto no sólo deformó al feto, sino que también afectó en cierta medida a la apariencia de Katie.

Para evitar la vergüenza, Katie había decidido interrumpir el embarazo, sin intención de traerlo al mundo. Al conspirar contra Raegan, no dudó en golpearse el vientre contra la afilada esquina de la mesa, haciendo que pareciera un aborto espontáneo tras una caída.

Los médicos del hospital fueron sobornados por Katie para asegurarse de que nadie viera las deformidades del niño.

Sin embargo, Mitchel consiguió sujetar al niño, haciendo inútiles todos los esfuerzos de Katie.

Katie sintió repulsión al ver la caja y ordenó: «¡Llévenselo! Deshazte de ella!»

Katie se sintió enferma al ver la deformidad del niño, resultado de su falta de preocupación por su bienestar y de su sobredosis de medicamentos hormonales.

Era desgarrador que Abel hubiera perdido su vida defendiendo a este niño, sólo para que terminara con tales deformidades.

Sin embargo, Katie no se sintió afectada. A sus ojos, una criatura tan grotesca no merecía existir en este mundo.

Los gritos de Katie cayeron en oídos sordos cuando Mitchel colocó la caja junto a Katie. Dijo en un tono frío y práctico: «Ya que echas tanto de menos a tu hijo, ¿por qué no disfrutas de su compañía?».

Los ojos de Katie se abrieron de par en par, impresionados y horrorizados. «¡No! ¡No quiero eso!», gritó.

La idea de compartir su habitación con semejante monstruo aterrorizaba a Katie, a pesar de tener un corazón frío como la piedra.

Mitchel miró a Katie con una fría sonrisa en la cara. «¿Por qué tienes tanto miedo? ¿No es éste tu hijo amado, el que creaste con tus propias manos? Lo envenenaste día a día, así que ¿por qué deberías tener miedo?».

Sus palabras destilaban malicia.

Katie se quedó muda, mirando a Mitchel con asombro e incredulidad. Lo sabía todo, incluso su secreto sobre el uso de hormonas durante el embarazo.

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