Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 891
Capítulo 891:
Erick seguía calmando a Elin con suaves caricias en la espalda.
El sutil aroma a sándalo que emanaba del cuerpo de Erick envolvía a Elin, ofreciéndole un reconfortante abrazo que parecía aliviar su agitación.
Se aferró a él con fuerza, como si fuera el único faro de esperanza en la oscuridad de su vida.
En lugar de regresar al apartamento de Elin, el coche se dirigió a la villa de Erick.
Al llegar, Elin permaneció en el coche, mirando la casa pero dudando en salir.
Erick abrió la puerta del coche y se inclinó para levantarla, sus brazos sosteniendo su espalda con un toque caballeroso, creando una sensación de calidez y seguridad. Estaba claro que prestaba atención a cada detalle.
Una vez dentro del dormitorio, Erick tumbó suavemente a Elin y sugirió: «Te prepararé un baño para que te relajes. Luego, cenaremos juntos».
Elin se agarró a su camisa y dijo intranquila: «Debería volver…».
Pero Erick vetó de inmediato la idea y afirmó: «Te quedarás aquí hasta que hayamos resuelto la situación con Dayton. No es seguro que te quedes en tu casa».
Y se dispuso a darse un baño antes de volver abajo con una bolsa de ropa limpia, cuidadosamente preparada por su ayudante. Después de colocarla junto a la bañera, salió de la habitación para darle intimidad.
El baño caliente alivió la tensión de Elin, que se sintió mucho más cómoda.
La comida, hábilmente preparada por el ama de llaves de la villa, era ligera y nutritiva.
Elin sólo pudo comer una pequeña cantidad antes de sentirse llena.
Pero los ánimos de Erick la llevaron a comer casi la mitad.
Esa misma noche, Erick regresó con un botiquín de primeros auxilios para curar las heridas de Elin. Bajo el suave resplandor de las luces de la habitación, su atención concentrada desprendía un encanto cautivador.
Perdida en sus pensamientos, Elin se encontró mirándolo hasta que sus ojos se encontraron. Avergonzada, apartó rápidamente la mirada.
Sin embargo, Erick le levantó suavemente la barbilla y le susurró: «Siéntete libre de mirar. No cobro».
Las mejillas de Elin se sonrojaron al oír sus palabras. Los meticulosos arreglos que había hecho Erick ayudaron a disipar casi por completo el miedo que había sentido.
Ver el aspecto desanimado de Elin en la comisaría había dolido profundamente a Erick, lo que le hizo dejar de pensar en su anterior comportamiento distante hacia él.
Los hombres como Erick, admirados y perseguidos por muchos, solían tener un fuerte orgullo.
Aunque sólo se tratara de compañerismo, él esperaba afecto genuino, no inconstancia. La mención casual de Elin de haberse acostumbrado a ser la esposa de Dayton había herido profundamente su orgullo.
A pesar de haber crecido juntos como novios de la infancia, a Erick le parecía que Elin daba más valor a Dayton, que había aparecido de repente y la trataba mal. Aunque ella afirmaba que ya no amaba a Dayton, seguía doliéndole, pues seguramente se habían casado por amor en un principio.
Erick sabía que él no habría entrado en escena de no haber sido por el maltrato que Dayton infligía a Elin, lo que la llevó a renunciar a Dayton.
Erick trató de no darle vueltas a estos pensamientos, sintiéndose algo avergonzado por cavilar sobre tales preocupaciones.
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