Capítulo 890:

Elin vaciló, insegura de cómo responder, hasta que Erick la levantó suavemente para ponerla en pie. Sus ojos se fijaron en las marcas rojas que rodeaban su cuello, su mirada se intensificó mientras preguntaba suavemente: «¿Puedes andar?».

La mano de Elin encontró calor en su agarre, acurrucada en su palma. Ella asintió. «Sí.

Erick se inclinó ligeramente y le tendió la mano para abrocharle la americana.

Durante el trayecto hasta el hospital, el silencio se mantuvo entre ellos, creando una atmósfera inquietante.

Tras el reconocimiento médico, Erick entregó rápidamente los documentos a su ayudante y le ordenó: «Encuentra al mejor abogado. Asegúrate de que Dayton rinda cuentas».

Sentada en el coche, Elin sintió que una fracción de su miedo se disipaba al oír la directiva de Erick, su corazón encontró cierta estabilidad.

Cuando el ayudante se marchó, Erick ajustó la temperatura del coche a un nivel confortable y le dio a Elin un vaso de agua azucarada para que se calmara.

Sorbiendo lentamente, las emociones de Elin comenzaron a estabilizarse.

Erick explicó: «Raegan intentó localizarte en el estudio pero no pudo, así que me pidió que viniera a ver cómo estabas». Eso explicaba su aspecto.

Elin no necesitó preguntar, pues Erick ya le había dado las respuestas que buscaba.

«Farley ha fallecido, lo que ha permitido a Dayton venir a Ardlens».

El fallecimiento de Farley, la única persona que podía disciplinar a Dayton, anulaba cualquier garantía anterior dada a Erick.

La mano de Elin tembló y su agarre de la copa se debilitó. Esto significaba que Dayton ya no estaba sujeto. Su única opción era la detención temporal, insuficiente para contener a semejante villano.

Al ver la angustia de Elin, Erick sintió una punzada en el corazón. Le quitó la copa de las manos, la envolvió en un abrazo reconfortante y murmuró tranquilizador: «No pasa nada, Elin. Estoy aquí y no dejaré que te pase nada».

Al oír sus palabras, las lágrimas que Elin había estado conteniendo se derramaron. Sus ojos se pusieron rojos, como los de un conejo asustado.

Afortunadamente, gracias a la oportuna intervención de los agentes, Elin no había sufrido heridas físicas más graves que las del cuello y los brazos.

Sin embargo, sufría secuelas psicológicas. Vivir como una prisionera durante dos años había arraigado profundamente el miedo a Dayton en su psique. La sola mención de su nombre le producía escalofríos, por no hablar de su presencia y su malevolencia.

El hecho de que Dayton comprendiera la naturaleza tímida de Elin le había animado a enfrentarse a ella sin contenerse.

A pesar de que Elin acababa de frustrar el plan de Dayton, nadie comprendía realmente el inmenso valor que le había costado enfrentarse a él.

Tras el incidente, Elin quedó tan debilitada que tuvieron que ayudarla a subir al coche de policía, apenas capaz de mantenerse en pie.

Fue su primer enfrentamiento directo, y Elin no estaba segura de volver a enfrentarse a él. Sabía que Dayton, el psicópata, no cejaría en sus acciones maliciosas. Sobre todo ahora que se había visto frustrado, lo que no hizo sino avivar su ira y hacerlo aún más peligroso. Mientras era inmovilizado en el suelo por los agentes, su mirada se clavó en ella con intenso odio.

Elin temía la sensación de verse envuelta de nuevo en la oscuridad.

Erick abrazó a Elin, proporcionándole un refugio en el que liberar sus emociones.

Elin, siempre cautelosa, derramó lágrimas en silencio, lo que aumentó su conmovedora vulnerabilidad.

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