Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 733
Capítulo 733:
Sentándose de repente, Katie susurró para sí: «¡No puedo quedarme aquí sentada esperando el final!».
En el silencio de la noche.
Una alarma urgente perforó la quietud del centro de detención.
Acompañada de los pasos apresurados del supervisor, que al abrir la puerta descubrió a Katie en un charco de sangre.
El supervisor pidió ayuda médica a gritos: «La embarazada de la 202… Se ha cortado las venas. Necesitamos una ambulancia ya».
El supervisor intentó contener la hemorragia con primeros auxilios básicos, pero la sangre manaba copiosamente de los profundos cortes.
Pronto llegaron los paramédicos, que colocaron a Katie en una camilla y la llevaron rápidamente a una ambulancia mientras sonaban sus sirenas.
Cuando la ambulancia se marchó, Katie relajó el puño fuertemente cerrado y sus labios se curvaron en una leve sonrisa triunfal.
Cuando Raegan se enteró de la noticia, ya era mediodía del día siguiente.
Sin embargo, abrumada por los problemas del estudio, apenas pudo dedicar un pensamiento a la situación.
Toda la cadena de suministro, desde el aprovisionamiento de materias primas hasta las líneas de producción, se había colapsado, lo que provocó importantes retrasos en el cumplimiento de un gran lote de pedidos.
Para colmo, los productos acabados almacenados durante la noche en el almacén de la empresa habían sufrido daños irreparables por culpa de dos ladronzuelos que habían entrado a robar.
Ante las numerosas solicitudes urgentes, Raegan creó rápidamente un equipo conjunto de servicio posventa para gestionar las devoluciones con los clientes.
Sin embargo, las devoluciones por sí solas no podían resolver todos los problemas. Algunos clientes necesitaban artículos a medida para eventos inminentes y no podían soportar la espera de una nueva producción. Ni siquiera ofrecer el doble de la compensación original consiguió aplacar a algunos de ellos.
Sin más opciones, Raegan, junto con su equipo directivo, incluida Elin, del grupo ejecutivo, se comprometió a reunirse personalmente con cada cliente afectado. Se disculparon y propusieron un aumento de la indemnización, demostrando la dedicación del estudio a reparar el daño.
Raegan decidió triplicar la indemnización, lo que elevó un pedido de cien millones de dólares a un pasivo de trescientos millones.
Las evaluaciones iniciales valoraron los pedidos destruidos en 2.600 millones de dólares, lo que suponía un desembolso previsto de 7.200 millones en indemnizaciones.
Teniendo en cuenta que Crescent había acumulado un beneficio bruto total de sólo 2.000 millones de dólares desde su fundación, salvar esta brecha financiera parecía insalvable.
La policía había detenido a los ladronzuelos responsables, pero eran demasiado pobres para pagar la indemnización y prefirieron el encarcelamiento al pago.
Raegan se dio cuenta enseguida de que esos ladrones no eran más que peones. Los verdaderos artífices eran Alexis y sus socios, que, tras ver frustrados sus planes, no iban a dejar que ella escapara a su venganza a la ligera.
Erick, indignado, intentó transferir todos los fondos disponibles de su negocio para ayudar a Raegan.
Sin embargo, Raegan se negó, no dispuesta a poner en peligro la empresa de Erick.
Sin alternativas, decidió echar mano del dinero que le había dejado su madre.
Ese mismo día, Raegan llevaba casi tres horas esperando fuera de una empresa de medios de comunicación. Con el calor abrasador del verano, quedó claro que el retraso de la persona con la que Raegan debía reunirse era intencionado.
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