Capítulo 731:

Sin embargo, el médico moderó rápidamente su optimismo. «No se haga demasiadas ilusiones. Haré lo que pueda. El resto está en manos del destino».

Luis, impresionado por la preocupación, arrugó las cejas.

Con un pesado suspiro, el médico añadió: «Cuando llegó, murmuró algo sobre “Raegan” antes de caer en un coma profundo».

Después de que el médico se marchara, Luis permaneció firme junto a la cama de hospital de Mitchel, negándose a abandonar la habitación. Comprendió la necesidad de mantener en secreto la presencia de Mitchel aquí, una medida destinada a garantizar la seguridad de Mitchel y también la del médico.

Mientras Luis observaba la expresión tensa de Mitchel durante su estado de inconsciencia, recordó lo que acababa de decir el médico. Se aclaró la garganta y le dijo suavemente a Mitchel: «No puedes dormir así. Raegan sigue esperando a que vuelvas…».

Al segundo siguiente, Luis jadeó ya que las pestañas de Mitchel parecieron crisparse.

Compungido, Luis se inclinó más cerca, susurrando repetidamente: «Raegan te está esperando; mantente fuerte por Raegan…»

Luis continuó hasta que su voz se hizo ronca, pero Mitchel seguía sin responder.

Desanimado, Luis salió para quitarse la mascarilla y bebió varios tragos de agua. Luego volvió a mirar la frágil y pálida figura de Mitchel.

Con un suspiro, Luis se puso de nuevo el traje estéril y volvió a entrar en el laboratorio, persistiendo en sus suaves llamadas a Mitchel.

Mientras tanto, de vuelta en Ardlens, Raegan había desbaratado los planes urdidos por Alexis y sus compinches.

En la comisaría, la determinación de Luciana era palpable. Estaba empeñada en llevar a cabo una investigación exhaustiva.

A pesar de los intentos de la familia Glyn por ejercer su influencia, Luciana se mantuvo firme.

Katie supuso que la liberarían al cabo de 48 horas y se abstuvo de montar una escena.

Sin embargo, justo cuando se acercaba la fecha límite, Luciana presentó una grabación de una conversación telefónica. En la grabación, aunque Katie no había dado directamente la orden de matar a alguien, las implicaciones eran innegables.

Ahora, atrapada en la comisaría, Katie odiaba a Luciana hasta la médula.

Katie protestó porque esas grabaciones furtivas no debían considerarse pruebas, pero Luciana introdujo más pruebas que implicaban la participación de Katie en una conspiración de asesinato.

Furiosa, Katie vio que Luciana estaba decidida a prolongar su confinamiento.

Sin otra alternativa, Katie pidió a regañadientes hablar con Luciana.

Luciana accedió. Estaba ansiosa por enfrentarse a Katie y le preguntó si poseía algún sentido moral.

Antes de que el lado intrigante de Katie aflorara en presencia de Luciana, ésta la consideraba considerada y comprensiva y la trataba como a su propia hija.

Sin embargo, para decepción de Luciana, Katie se atrevió a conspirar con Alexis y hacer que Lauren asesinara a su único hijo.

Jamás en la vida Luciana aceptaría que todos esos individuos malvados pudieran irse de rositas sin enfrentarse a la música. Estaba decidida a verlos tras las rejas.

En la sala de detención.

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