Capítulo 711:

Los ojos de Lauren se encendieron de rabia, surgiendo una sonrisa retorcida. «¡Ah, Mitchel, así que por fin has venido!».

Mitchel ejerció una fuerza inmensa y se concentró en la acción, arrastrando a Lauren con todas sus fuerzas.

Con el agarre de Lauren roto, sonaron toses de Raegan.

A pesar de su ataque de tos, Raegan se aferró obstinadamente al volante, sin querer soltar su agarre.

Mitchel se sintió un poco aliviado, ya que el peligro inmediato parecía disminuir.

Sin embargo, ese alivio duró poco, ya que Lauren blandió una jeringuilla.

Su risa maníaca llenó el aire. «Mitchel, ¿reconoces esto?»

La mirada de Mitchel se volvió gélida y penetrante.

«La última vez, estaba lista para ponerle una inyección, pero tú te interpusiste. Esta vez, no meteré la pata». Lauren sonrió siniestramente.

El trabajo de Lauren asignado por Katie era dar una inyección a Raegan.

Lauren lo haría sin obtener nada a cambio. Incluso si eso significaba su muerte, tenía la intención de llevar a Raegan abajo con ella.

Raegan, que aún luchaba por recuperar la conciencia, seguía sin darse cuenta del enfrentamiento que se desarrollaba a sus espaldas. Se mordió la lengua, luchando por mantenerse alerta, tratando en vano de desacelerar el incontrolable vehículo.

Sin embargo, el todoterreno estaba hecho un lío. No podía frenar.

Mitchel sólo pudo ver cómo Lauren apuntaba la jeringuilla al cuello de Raegan. En un momento de urgencia, gritó: «¡Lauren, por favor, para!».

Después de no oír su nombre durante un rato, Lauren se detuvo al oírlo de nuevo. Se volvió para mirar a Mitchel, con el semblante estropeado por la sangre y las lágrimas y retorcido por intensos sentimientos. «Mitchel, estás en deuda conmigo. Me lo debes».

La voz de Lauren se convirtió en un chillido. «Yo te quería. ¿Por qué no me correspondiste? ¿Por qué?»

Aprovechando la oportunidad, Mitchel se abalanzó sobre la jeringuilla. Sin embargo, Lauren, mostrando una sonrisa amenazadora, se la empujó con fuerza.

«¡Si es así, muramos juntos!». Lauren despotricó sin control, «Si yo no puedo estar con mi amado, entonces nadie puede, ni Raegan, ni Katie. Ninguno tendrá a Mitchel!»

Enfrentado a una decisión en una fracción de segundo, Mitchel no vaciló en su determinación. Su elección estaba clara. Comprendió la importancia de esta decisión. Pasara lo que pasara, siempre estaría al lado de Raegan, nunca la dejaría marchar.

Mientras Lauren se disponía a ponerle la inyección, Mitchel cogió el tirador de la puerta del todoterreno y la abrió de un tirón.

La puerta se abrió de golpe con un sonoro «bang».

Sorprendida, Lauren salió despedida. Cayó al suelo con un fuerte «ruido sordo».

Matteo, testigo de la escena, se detuvo inmediatamente para ver cómo estaba Lauren.

La velocidad del coche le había desfigurado la mitad de la cara. Yacía en el suelo, sin moverse, como si estuviera muerta.

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