Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 710
Capítulo 710:
La tarea de Matteo consistía en seguir de cerca al todoterreno negro, evitando cualquier choque y manteniéndose al alcance de la mano. La tensión hacía que las palmas de las manos de Matteo estuvieran resbaladizas por el sudor.
De repente, un fuerte «crash» resonó cuando Mitchel utilizó un rompecristales para romper la ventanilla trasera del todoterreno.
El cristal estalló en pedazos, esparciendo y cortando a Lauren.
Sin embargo, Lauren parecía imperturbable, manteniendo su implacable agarre en la garganta de Raegan.
Al ver que la cara de Raegan se ponía cada vez más morada, Mitchel no pudo demorarse más. Le tendió la mano a Matteo y le dijo: «Dame el conector».
Matteo le entregó un artilugio parecido a una memoria USB.
Mitchel se asomó por la ventanilla y emitió una orden en tono grave: «Cuando te ordene girar a la derecha, gira bruscamente el volante y haz espacio».
Matteo seguía intentando recomponer el plan. En un instante, observó que Mitchel se asomaba por la ventanilla, con el brazo extendido para agarrarse al marco de la ventanilla del todoterreno.
El rostro de Matteo palideció al darse cuenta de las intenciones de Mitchel.
Debido a los restos irregulares de la ventanilla, la mano de Mitchel sangraba, pero persistía.
Matteo no pudo contener su preocupación y dijo: «¡Sr. Dixon, está arriesgando demasiado!».
La expresión de Mitchel era resuelta, su concentración inquebrantable. «¡Gire a la derecha!»
Al oír la orden, Matteo, sin tiempo para la duda, tiró del volante hacia la derecha, con la espalda empapada en sudor.
De repente, un silbido llenó el aire. Los neumáticos gemían, protestando contra el asfalto.
Mitchel se apoyó en la ventanilla del coche, estirando el brazo hacia el interior del todoterreno para agarrar a Lauren.
El todoterreno negro seguía avanzando. No podía detenerse.
Sin embargo, mientras avanzaban a toda velocidad, Mitchel tenía que doblar las piernas para no tocar el suelo. De lo contrario, cualquier pequeño error le haría estrellarse de cabeza contra la carretera, ¡todo sangre y huesos rotos!
Raegan estaba casi asfixiada hasta el punto de perder el oxígeno. Su mente estaba nublada, pero sus manos se aferraban al volante. Sabía que no podía permitirse soltar el volante.
Mitchel ya estaba aquí por ella. Raegan creía que si persistía, él la ayudaría.
Raegan se aferró al volante, no sólo por ella, sino por Janey y por todos los que la querían.
Lauren divisó de cerca el rostro decidido de Mitchel y vio el intenso odio en su mirada.
«Suéltala… ¡Suéltala!» exigió Mitchel.
El viento y la resistencia dificultaban que Mitchel hablara con claridad.
Mitchel repitió con rotundidad: «¡Suéltala!».
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar