Capítulo 659:

Las mejillas de Raegan se sonrojaron más, convencida de que no sería capaz de dormirse con él tan cerca. «No creo que pueda aguantar más», confesó tímidamente, lo que sólo hizo que Mitchel soltara una risita mientras se acomodaba a su lado. «Sólo necesitas un poco más de ejercicio. Todavía no eres lo bastante fuerte».

Raegan replicó: «Oye, eso no es culpa mía. Es que eres demasiado para seguirte el ritmo».

Luego le dirigió una mirada curiosa. «Mitchel, ¿cómo has llegado a ser tan bueno en todo eso?». Usando hielo… ¡Era demasiado hábil!

Mitchel se puso de lado y apoyó la cabeza en la mano mientras la miraba. «Los chicos suelen adquirir estas habilidades por sí solos».

Raegan se mostró escéptica. «Te lo estás inventando».

Mitchel le cogió la mano y le tomó el pulso con los dedos, en voz baja y seductora. «Pensar demasiado sólo lleva a…»

Mitchel vestía un sencillo pijama de algodón y su discreto diseño le confería un aspecto elegante e irresistiblemente tentador.

Su voz, con un poder que hacía estremecer ligeramente, articulaba cuidadosamente ciertos sentimientos.

Raegan no pudo soportarlo más y le dio una patada. «¡Mitchel, déjalo ya!»

Mitchel atrapó el pie de la patada entre sus piernas, besándole suavemente la muñeca. «Todo esto es para ti. Si lo disfrutas, es lo único que cuenta».

Raegan trató de fingir desinterés. «¿Disfrutar? Quién podría…»

Mitchel rió ligeramente. «¿Quién era entonces, rogándole hoy a su hermano en mi nombre?».

Raegan se sonrojó profundamente. «¿Has oído eso?»

Mitchel enarcó una ceja. «Sí, oí a la señorita Foster pidiendo refuerzos, salvando a su marido».

A Raegan le ardían los oídos. «Nunca dije “salvando a mi marido”».

«¿Entonces qué fue?» Mitchel se burló, guiñando un ojo. «¿Salvar al amante de la señorita Foster?»

«¿Qué amante? Basta de tonterías». Raegan lanzó una mirada mordaz a Mitchel, claramente irritada.

Mitchel apretó los labios y dijo: «En serio, ¿quién elegiría ser un “amante” a menos que tuviera que hacerlo?».

Mitchel miró a Raegan con seriedad. «Entonces, señorita Foster, ¿cuándo piensa hacer oficial nuestra relación?».

Raegan se quedó sin palabras. Al observarle, no parecía alguien disgustado por haber perdido su puesto. Ella no pudo resistirse a preguntar: «¿Está realmente en problemas esta vez?».

«Estoy aquí buscando tu ayuda. ¿Qué te dice eso?»

Raegan siguió presionando: «Entonces, ¿estás diciendo que tu título de director general está en peligro?».

Las pestañas de Mitchel cayeron ligeramente, un toque de melancolía en su voz.

«Es posible».

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