Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 658
Capítulo 658:
«Pensé que te gustaría comer algo caliente cuando te despertaras».
Explicó Raegan.
Mitchel se congeló, sus facciones se suavizaron mientras miraba a Raegan con burbujeante afecto. Cuando Raegan se sentía herida, se le rompía el corazón de verdad, pero cuando amaba, no se guardaba nada.
La calidez en la mirada de Mitchel creció. Los sueños sencillos que una vez tuvo parecían cobrar vida en aquel momento.
Se acercó, con voz baja y cálida. «Pero ahora mismo, prefiero “devorarte” primero».
Antes de que Raegan pudiera comprender del todo sus palabras, sintió sus labios sobre los suyos una vez más.
Frío… ¡Era el cubito de hielo! Mitchel se metió un cubito de hielo en la boca antes de besarla.
El tacto frío contra la lengua de Raegan desencadenó una oleada de sensaciones, haciendo que su cuerpo se rindiera a la intensa sensación.
Mitchel le sujetó suavemente la cabeza con una mano mientras con la otra se aventuraba lentamente bajo su ropa.
Desbordante de calidez y ternura, Mitchel anhelaba fundir a Raegan en sí mismo, fuera del alcance del tacto de cualquier otra persona.
Raegan dejó escapar un gemido suave, como el de un gatito.
Los ojos de Mitchel se volvieron intensos mientras le mordía suavemente la lengua, mezclando calor y frío. Aquel leve dolor desprendía una dulzura única.
Raegan le rodeó el cuello con los brazos, su reacción aturdida era aún más cautivadora.
Mitchel tragó saliva, sintiendo cómo el calor crecía entre ellos mientras se sumergían juntos en un mar de pasión.
Más tarde, Raegan se tumbó con las mejillas apoyadas en el pecho de Mitchel, escuchando los latidos de su corazón y sus profundas respiraciones.
Se había puesto un camisón largo, con sus hermosos pies descalzos a la vista.
Raegan había tenido la intención de estar hoy al lado de Mitchel, pero resultó que era él quien cuidaba de ella. Desde bañarla hasta cambiarla de ropa, se sintió mimada como una princesa, sin que sus pies tocaran nunca el suelo.
Finalmente, Mitchel se levantó para preparar algo de comida. Después de dejarla en el suelo, subió a Raegan a su regazo y le dio la comida caliente cucharada a cucharada.
Raegan sintió que un rubor le subía por las mejillas. «Yo puedo sola. Adelante, come tú».
Sin embargo, Mitchel insistió, alimentando suavemente a Raegan con paciencia.
Después de terminar obedientemente la comida, Raegan se sintió demasiado agotada para moverse siquiera.
Mitchel se rió entre dientes y la dejó en el suelo antes de comérsela él mismo.
Después de recoger la mesa, fueron a lavarse los dientes juntos.
De vuelta al dormitorio, Mitchel llevó a Raegan a la cama. «¿Quieres que me quede aquí contigo?», preguntó.
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