Yo soy tuya y tú eres mío
Capítulo 594

Capítulo 594:

Los delitos financieros podían acarrear más de diez años de cárcel, pero no se castigaban con la muerte.

Aunque Nicole creía que Jarrod era responsable de la muerte de su padre, sin una acción directa, la ley no podía tocarle. Ella nunca deseó la muerte rápida de Jarrod. Ella quería que él viera su imperio desmoronarse a su alrededor. Quería que fuera aplastado, que viviera una vida peor que la muerte. Eso era lo que quería para su venganza.

Alec, que no esperaba que Nicole estuviera tan informada, pasó rápidamente de burlarse a mirarla con mortal seriedad. Le advirtió: «¡Si le pasa algo al señor Schultz, te arrepentirás!».

Y Alec se marchó a toda prisa.

Nicole se acercó a la ventana para ver cómo se llevaban a Jarrod, rodeado de cámaras parpadeantes. Exhaló un suspiro de alivio. No era una pérdida total. Si todo salía bien, Jarrod podría pasar más de diez años entre rejas.

En diez años, el imperio de Jarrod probablemente se desmoronaría y su nombre caería en el olvido entre los Ardlens. No importa lo que terminara sucediendo a Jarrod, el Grupo Schultz estaba en un camino hacia el declive seguro.

A menos que la familia Hampton se esforzara por salvar a Jarrod, todo estaba prácticamente acabado para él. Pero parecía poco probable que los Hamptons llegaran tan lejos por Jarrod.

Abajo, a través de la ventanilla transparente del coche, Jarrod levantó la vista, casi como si supiera que Nicole estaba observando su caída.

Desde que llegaron los agentes, Jarrod no había dejado traslucir sus emociones, ni una sola vez había parecido derrotado o avergonzado.

Incluso ahora, sentado en el coche con las piernas cruzadas e inclinándose un poco hacia atrás, cualquiera que no lo conociera bien podría pensar que Jarrod se dirigía a una reunión importante, no a la comisaría.

La habitación de Jarrod en el hospital estaba en la quinta planta, así que, mirando desde el suelo, una persona podría parecer tan pequeña como una hormiga.

Pero Jarrod miraba atentamente hacia arriba, como si Nicole y él estuvieran uno frente al otro.

Nicole se apartó de la ventana, ya no le interesaba seguir observando.

Su trabajo estaba hecho. Con Jarrod condenado, ella y Austin por fin podrían estar juntos sin miedo. Era la vida que siempre había deseado pero que nunca creyó posible. Ahora parecía estar a su alcance.

Roscoe se dio cuenta de la mirada pensativa de Nicole y le ofreció consuelo: «Nicole, he entregado ese documento. Con estos cargos extra, no hay forma de que pueda librarse».

Nicole sintió una punzada de culpabilidad. Se había prometido a sí misma que no metería a otros en este lío, pero ahí estaba Roscoe, atrapado en todo aquello.

Se volvió hacia él, observando su rostro amable y sincero. Solía ser un ángel, preocupado sólo por ayudar a los demás, pero ahora estaba atrapado en estos problemas mundanos por su culpa.

«Roscoe, una vez que Jarrod esté fuera de escena, mantente alejado de la familia Watts. Son malos y tú no eres uno de ellos», dijo Nicole con seriedad.

Las acciones de la familia Watts habían dejado cicatrices en Roscoe, prueba de su dureza.

«De acuerdo», respondió Roscoe, con los ojos brillantes y sinceros. «Nicole, todo va a salir bien».

¿Pero podría estarlo? A pesar de su plan, Nicole no podía librarse de una persistente sensación de inquietud, sobre todo al recordar la última amenaza de Jarrod. «¡No volveré a soltarte!». Esa frase la perseguía, sonando casi como una maldición.

Raegan pasó tres días en la sala de Mitchel, pero éste aún no se había despertado. Su fiebre iba y venía, negándose obstinadamente a desaparecer.

Los médicos explicaron que la gravedad se debía a una costilla rota que perforaba un órgano importante. Aunque la operación había sido oportuna, la infección postoperatoria era preocupante. Era importante que no volviera a tener fiebre. Si la fiebre volvía por la noche, habría que trasladarlo a la UCI.

Raegan cuidó de Mitchel toda la noche sin apenas dormir.

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